miércoles, 28 de marzo de 2012

ESPERPENTOS DIARIOS. 4. Espasmos Lingüísticos

Salgo de mi portal, en el centro de la ciudad y una voz arrabalera, a la par que infantil, me espabila. "Vaya, hay un puto coche"- aúlla un chiquillo canijo de unos once años, con el monopatín bajo el brazo, al avistar en el horizonte de la cuesta urbana que ha elegido, un vehículo, pobre vehículo desconocedor de su condición de "puto". Y una niña, más o menos de su edad, escuálida, que acompaña al canijo, le anuncia con una chirriante voz de pito desafinado: "Te vas a escoñar los cojones".  Yo abro los ojos desorbitados casi, e intento cerrar los oídos, pero la voz atiplada, preadolescente de ambos, puede con mi esfuerzo. ¿Qué está ocurriendo? ¿En qué lengua hablan esos chicos? ¿Dónde están sus padres?
Aun recuerdo la sorpresa de aquellos primeros días de septiembre, cuando llegabas al instituto para comenzar el curso y oías cómo un alumno desde la ventana le gritaba a su amigo "Cabrón, hijo puta, ¡qué alegría verte!", esos tiempos y esas expresiones se han superado con creces. Ahora los piropos son más finos y globales. Resulta que la Academia y un largo cortejo de detractores discuten acerca del sexismo en la lengua, y estos pequeños han encontrado la solución: "los cojones se escoñan", aunque realmente "los cojones" se deberían "escojonar" creo yo, si es que ese disparate verbal fuera posible.
Es la integración total de los sexos y de los géneros. ¡Abajo la gramática! ¡Absurdos vates de la lengua que buscan lo que las nuevas generaciones ya han encontrado en su trato diario! Y desde la cuna lo dominan. Se trata, simplemente, de ser espontáneos. Y de elevar bien el volumen de la voz para que, quienes no tienen acceso a semejantes descubrimientos, los integren en su registro lingüístico porque "la lengua es algo vivo" y los hablantes (algunos, claro, casi siempre los incultos) tienen siempre la razón. O eso se creen, porque el derecho a todo, les ha velado el hecho de discernir entre lo que se puede decir y lo que es un atentado contra la lengua, contra la dignidad de la persona a la que se dirigen y contra el transeúnte eventual que tiene la gracia divina de coincidir con estos espasmos lingüísticos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Para cuando las recetas de cocina?