miércoles, 28 de marzo de 2012

ESPERPENTOS DIARIOS. 4. Espasmos Lingüísticos

Salgo de mi portal, en el centro de la ciudad y una voz arrabalera, a la par que infantil, me espabila. "Vaya, hay un puto coche"- aúlla un chiquillo canijo de unos once años, con el monopatín bajo el brazo, al avistar en el horizonte de la cuesta urbana que ha elegido, un vehículo, pobre vehículo desconocedor de su condición de "puto". Y una niña, más o menos de su edad, escuálida, que acompaña al canijo, le anuncia con una chirriante voz de pito desafinado: "Te vas a escoñar los cojones".  Yo abro los ojos desorbitados casi, e intento cerrar los oídos, pero la voz atiplada, preadolescente de ambos, puede con mi esfuerzo. ¿Qué está ocurriendo? ¿En qué lengua hablan esos chicos? ¿Dónde están sus padres?
Aun recuerdo la sorpresa de aquellos primeros días de septiembre, cuando llegabas al instituto para comenzar el curso y oías cómo un alumno desde la ventana le gritaba a su amigo "Cabrón, hijo puta, ¡qué alegría verte!", esos tiempos y esas expresiones se han superado con creces. Ahora los piropos son más finos y globales. Resulta que la Academia y un largo cortejo de detractores discuten acerca del sexismo en la lengua, y estos pequeños han encontrado la solución: "los cojones se escoñan", aunque realmente "los cojones" se deberían "escojonar" creo yo, si es que ese disparate verbal fuera posible.
Es la integración total de los sexos y de los géneros. ¡Abajo la gramática! ¡Absurdos vates de la lengua que buscan lo que las nuevas generaciones ya han encontrado en su trato diario! Y desde la cuna lo dominan. Se trata, simplemente, de ser espontáneos. Y de elevar bien el volumen de la voz para que, quienes no tienen acceso a semejantes descubrimientos, los integren en su registro lingüístico porque "la lengua es algo vivo" y los hablantes (algunos, claro, casi siempre los incultos) tienen siempre la razón. O eso se creen, porque el derecho a todo, les ha velado el hecho de discernir entre lo que se puede decir y lo que es un atentado contra la lengua, contra la dignidad de la persona a la que se dirigen y contra el transeúnte eventual que tiene la gracia divina de coincidir con estos espasmos lingüísticos.

domingo, 25 de marzo de 2012

TRANSPOSICIÓN DEL MUNDO REAL AL FANTÁSTICO EN CUNQUEIRO, SÁNCHEZ FERLOSIO, ALFONSO SASTRE Y ANA Mª MOIX


I
La escasez de imaginación, característica en la narrativa española en los años inmediatos a 1975, me mueve a abordar unas obras injustamente marginadas, cuya característica común es la transposición del mundo real al mundo fantástico. Me refiero a Merlín e familia de Cunqueiro, Industrias y andanzas de Alfanhui de Sánchez Ferlosio, Las noches lúgubres de Sastre y Ese chico pelirrojo a quien veo cada día de Ana Mª Moix.
Entiendo lo fantástico, en estos casos concretos, como una manipulación de elementos reales, cuya peculiar combinación da lugar a crear un universo irreal, extraño, y tanto más irreal y extraño cuantas más raíces tiene en esa realidad cotidiana.
Los textos que nos ocupan, exponen los sucesos de tal manera que pueden explicarse por las leyes de la razón, pero la adecuación de sus elementos resulta creíble chocante, inquietante, insólita. Estamos justamente en el estrato que Todorov califica de “l’étrange-pur". Todorov muestra que lo fantástico no es nada más que una vacilación (del lector) mantenida entre la explicación natural (esto sería “l’étrange”) y una explicación sobrenatural (esto sería lo “merveilleux”). Hay pues, una vertiente clásica respecto a la relación entre la obra y lo que se denomina gramática del relato o estructuras narrativas, y una vertiente original, si tenemos en cuenta el mundo real, punto de partida, del cual se despega en la medida en que presenta hechos y situaciones totalmente inverosímiles, a las cuales se puede llegar mediante la intuición. Lo fantástico es mirar el mundo común de modo no común; de esta manera el resultado no pertenece a la esfera de lo empírico, de lo verosímil.
Los elementos fantásticos constituyen una triple aportación a la obra: por una parte producen un efecto particular en el lector –miedo, curiosidad…-, efecto que otros géneros no producen; además, su presencia permite una organización llena de intriga, y por último, la descripción y lo descrito no tienen realidad fuera del lenguaje. Es pues, la organización del lenguaje la que permite trasponer el mundo real al fantástico mediante asociaciones inverosímiles. Es el lenguaje quien permite no reproducir la realidad existente sino imaginarla. Lo fantástico se elabora a partir de dos series: una, la percepción, que es la relación que mantiene con el mundo; otra, el lenguaje, o su relación con el inconsciente.
Lo típico del relato fantástico es distorsionar las situaciones, desviándolas de una realidad de la que parten, e insertar en estas distorsiones, expansiones imprevisibles. En Alfanhui, por ejemplo, la descripción del mendigo -que encarna la unión del hombre con la naturaleza-, se inserta en el decurso de la narración.
La forma exagerada de la distorsión es el “suspense”: mediante procedimientos de retardamiento y reactivación -procedimientos cuanto más enfáticos más útiles-, se consiguen secuencias abiertas que por una parte refuerzan el contacto con el lector (oyente) asumiendo una función fática, y por otra parte provocan una confusión lógica, confusión que se consume con angustia y placer. El ejemplo típico de “suspense” son los cuentos de Poe, y sin duda los de Horacio Quiroga . En ambos, desde mitad de la narración se intuye que algo va a suceder, y se crean situaciones abiertas, confusas y de dudoso desenlace. Los cuentos de Ana Mª Moix no responden exactamente a este esquema; en ellos se dan los procedimientos de retardamiento, de manera que la narración transcurre morosamente lenta, y es solo al final cuando la acción se acelera, los acontecimientos se suceden rápidamente, y se llega al final imprevisto, chocante por tal imprevisión (Ver Ese chico pelirrojo a quien veo cada día y Las nutrias no piensan en el futuro). Ahí está la clave de la inverosimilitud en dichos relatos, inverosimilitud que responde al campo de lo intelectual, de lo lógico, y que atrapa más por el ingenio que por la emoción. Sus cuentos, sin embargo, hay que leerlos –según comentario de la propia Ana Mª Moix- “buscando sensaciones, no imágenes”.
Los personajes carecen de espesor sicológico. Tienen tres características en común: todos son símbolos, no individuos, todos son personajes marginales (seres que en lugar de hacer algo normal si son adultos, o lúdico si son niños, se dedican a crear algo inútil o a la reflexión por sí misma), y todos mueren al final del relato, mueren como tales símbolos.
II
Para lograr la fusión de imaginación y realidad, los autores de los libros citados utilizan la técnica del contraste visible de datos muy concretos de la realidad, con elementos imaginarios, a veces puramente fantásticos.
Se entrecruza lo fantástico y lo real –porque lo fantástico incluye y necesita la realidad- tejiendo un maravilloso mundo poético y auténticamente sorprendente que en principio -solo en principio- podemos catalogar de literatura de evasión. Sin embargo esa literatura de evasión no solo es un modo original de poner de relieve la ausencia de ensueño existente en un entorno realista, sino que también es un modo solapado de denunciar la sociedad. Como comenta Michel Butor “la invención formal en la novela, lejos de oponerse al realismo como imaginaba demasiado a menudo una crítica miope, es la condición sine qua non de un realismo más a fondo”.
Partiendo de esta premisa, y sin ninguna objeción, vamos a ver cómo se desarrolla la crítica social en estos textos, crítica que va desde un nivel mínimo en Merlín y familia, mediante una progresión, hasta la evidente denuncia en algunos relatos de Ana Mª Moix y de Alfonso Sastre.
Cunqueiro, mago de la palabra y de la fantasía, en su Merlín y familia crea un mundo maravilloso que se añade al mundo real sin atentar contra él ni destruir su coherencia. Sin embargo, lo fantástico aquí rompe con lo real; sucede que un mundo donde el encantamiento y la magia son reglas establecidas con normalidad, es un mundo coherente y homogéneo en sí mismo, donde la vida gira en torno a personajes como hadas, enanos…, todo envuelto en el poder sobrenatural de la magia, y con un desenlace feliz.
Merlín y familia corresponde a un mundo al que podríamos colgar la etiqueta de “maravilloso” más bien que “fantástico”. La historia sin embargo, tiene base real: el pazo de Miranda, en Lugo, rodeado por la selva de Esmelle, va a ser el lugar de acción de breves y maravillosas historias. Se trata de la posada gallega de don Merlín “na que se axuntan todos los camiños de trasmundo”. De la mano de Felipe, criado fidelísimo y socarrón, el lector se adentra en el libre manejar de la imaginación; en torno a la vida de este niño se van intercalando, en delirante mezcla, sucesos mágicos: la selva de Esmelle se trueca en selva fantástica –selva de novelas de caballerías- , donde Merlín ejecuta prodigios, maneja quitasoles y quitanieblas, presenta al demonio de Prato Novo convertido en bañera que disuelve a recién nacidos y sirve de escarnio a monjas hidrófilas y hedonistas que en ella se bañan, incluye moros encantados y encantadores, vigas de oro, sirenas griegas, hadas y demás seres fabulosos que pueblan sus más imaginativas páginas.
Además de estos personajes, están los que tienen una relación directa con el mundo real. Como puente entre ambos, se alza la figura del mago Merlín. Y en otro plano están las historias o leyendas que tradicionalmente se conocen como la historia de Abelardo y Eloísa, la del Judío Errante, la de la cobra Smaris… . Maneja de esta manera, “mágicamente” el anacronismo llevando a primer plano lo antiguo renovado, intentando dar verosimilitud a un relato que él mismo –afirma en el prólogo- llegó a creer pasó de verdad, aunque sepa que es producto de su fantasía.
La utilización de la primera persona gramatical en la obra, le da cierta autenticidad por la identificación narrador-personaje, autenticidad que no obliga a aceptar lo sobrenatural. Lo “fantástico” nos pone ante un dilema, creer o no creer. Lo “maravilloso” realiza esta unión imposible, proponiendo al lector creer, sin creer verdaderamente, porque este tipo de narraciones están afincadas en el mito, en la ensoñación que posee la realidad de lo suprarreal.
Industrias y andanzas de Alfanhui de Rafael Sánchez Ferlosio también tiene aires de literatura de evasión. Pero hay algo más, la crítica social al entorno, una base real. No en vano es una fantasía enraizada en la realidad, fantasía que Alborg califica de “inasible e incorpórea, porque en la enésima vez de sus increíbles invenciones, hay siempre un hueso duro de realidad, como una semilla escondida en la jugosa carne de un fruto”. Alfanhui funde lo cotidiano con lo prodigioso.
Su postura ante la vida es de una rebeldía ante la conformidad de una sociedad que, mansa y rutinariamente, se somete al proceso de las convenciones sociales. Desde el primer momento, vemos que la sociedad es vengativa y castiga su falta de conformidad: Alfanhui es expulsado de la escuela cuando aprende aquel alfabeto “raro” y desconocido, “porque daba mal ejemplo” y su madre le encierra en un cuarto oscuro. Es la sociedad también la responsable de la muerte de su maestro, por “brujo”.
La crítica a la sociedad se hace más acerba en la segunda parte, cuando sitúa la acción en Madrid, “en el tiempo en que había geranios en los balcones, puestos de pipas en La Moncloa, y rebaños de ovejas churras en los solares de La Guindalera”. Época en que los engaños se suceden, como cuando, tras el abandono del trabajo por don Zana, la empresa siguió a duras penas fabricando tabletas de chocolate e intentando mantener el prestigio que solo debían a don Zana y a su peculiar manera de batir el chocolate. Época en que “las verduleras chillaban en la calle a su cuadrilla de hijos, y a duros manotazos, les volvían en razón. Mientras se vendían ajos, puerros, cebollas, zanahorias, que luego llenaban la calle con el olor grosero de las comidas” (pág. 92). Época en que se pescaban peces sucios en el Manzanares, en que las cucarachas invadían las cocinas y aprovechando los anuncios de insecticidas, se pusieron de moda los zapatos de charol.
Ferlosio describe el ambiente de las pensiones, importante sector de la sociedad, donde todo es reducido, incluso el nombre de la criada: se llamaba Silvestra pero “la llamaban Silve porque en Madrid no se decía ninguna palabra de más de dos sílabas” (pág.97).
Se muestran asimismo pintorescos cuadros, todos ellos en el marco de la crítica social: el panorama de la estación antes de la salida del tren, los zíngaros y gitanos que se ganan la vida con un oso… Hay incluso un capítulo (cap. VIII de la 2ª parte) dedicado a parodiar la eficacia de los bomberos:
Hartos de su interminable quietud, les embriagaba la alarma, las llamas les enardecían y llegaban eufóricos al incendio. Ponían en marcha su mecanismo de pura actividad y de pura prisa. Vencían al fuego, tan solo porque le demostraban una mayor actividad y una velocidad mayor. (…) Corrían menos que una persona normal, pero corrían canónica y gimnásticamente; pecho afuera, puños al pecho, la cabeza alta, levantando mucho los pies del suelo y las rodillas hacia afuera y nunca tropezaban unos con otros (…) Nunca sacaban a nadie por la puerta, aunque pudieran, siempre lo hacían por las ventanas y por los balcones, porque lo importante para vencer era la espectacularidad.
Un tercer libro el de Ana Mª Moix, que toma el título del último de sus relatos, Ese chico pelirrojo a quien veo cada díaplantea tras los límites de su mundo irreal, la crítica social. Propone tres respuestas a la realidad: la adaptación e integración en los esquemas sociales, como es el caso del vampiro de Yo soy tu extraña historia, la locura por incapacidad de integración, como en Ella comía cardos y en Dimensión telefónica al séptimo potencial, y el cambio de identidad. Esta última es la idea recurrente a lo largo de todo el libro. Hay identificaciones niño-nutria al final de Las nutrias no piensan en el futuro. Hay confusión de percepción entre lo que es, un niño, y lo que se percibe, un gato, en Ese chico pelirrojo a quien veo cada día. Hay una mutación de niño a pájaro en Martín, el recién hermano de Martín, su padre, su madre, el médico, tía Juanita, las jaulas y un pájaro. Hay cambio de personalidad y confusión de sexo entre dos amigos y dos amigas, en Correo urgente, y así constantemente en la mayoría de los relatos. Son mutaciones extrañas, y tanto más sugerentes y simbólicas cuanto más inverosímiles.
Ana Mª Moix plantea además, problemas como la incomunicación, la deshumanización, la masificación urbana… Denuncia el rechazo sistemático de los estudios científicos, la incomprensión generacional, la proliferación de carnés que encasillan y etiquetan sistemáticamente al hombre, la violencia del sexo reprimido, adopta posturas ateístas, ridiculiza la juventud progresista y sus valores, etc., y todo ello lo desarrolla mediante una fina ironía que pone en evidencia la capacidad crítica de la autora, que presenta un universo simbólico con una “ilógica razonada”. Mezcla constantemente las pasiones con las ideas, y utilizando un “descuido” consciente en el lenguaje, consigue un equilibrio perfecto entre el razonamiento y el uso verbal, del lenguaje infantil sobre todo. El libro, en suma, es una continua sorpresa.
Tampoco Alfonso Sastre abandona su posición de compromiso en las historias de imaginación y terror que componen Las noches lúgubres. Su realismo crítico no desaparece en estas extrañas narraciones. La realidad no se fotografía sino que se trasciende llenándola de elementos imaginativos. A través de esos mitos, fundamentados en el terror, ataca males sociales como “la alienación, la resurrección del nazismo, la explotación social, la caza de brujas, la represión policíaca, la guerra nuclear; es decir, una vez más, la destrucción del mundo” –según palabras del propio Sastre (en el Prefacio a la edición de 1964 de Las noches lúgubres)
En la obra de Sastre no hay tendencia a la evasión. Ahí está la realidad cotidiana tras la constante superposición de lo real y lo imaginario. La primera historia, la de la vampira Amalia, es el relato más crudo de la vida de unos seres marginados que se dedican a vender su sangre a varios hospitales, para poder subsistir. El texto sugiere que es la sociedad el verdadero vampiro. Hay pues, una crítica directa a la sociedad, pero los elementos nos son presentados en un ambiente extraño, tan misterioso, que hemos de añadir la cualidad de “fantásticos” a estos críticos relatos. El mundo imaginario está superpuesto al real de manera que confunde al lector sin que este sepa dilucidad dónde está lo fantástico y dónde lo real. Alfonso Sastre maneja perfectamente esta técnica de la superposición.
Podemos concluir este análisis, afirmando con Poe en el Crimen de la calle Morgue que “el hombre ingenioso está siempre lleno de imaginación y que el hombre verdaderamente imaginativo nunca es más que un analista”. La fantasía es una invención: crea el mundo desde sí mismo. La imaginación es más rica que la fantasía: construye, enlaza, asocia.
III
Todos estos relatos han pasado inadvertidos a la crítica, que apenas les ha dedicado alguna pequeña reserva. Reúnen sin embargo, todos los elementos necesarios no solo para hacer las delicias del lector que se aventura a leerlos, sino también para ofrecer a dicho lector una toma de postura ante la realidad social.
La literatura fantástica aquí no se agota. Recordemos El bosque animado de W. Fernández Flórez, o la selección de relatos hecha por Antonio Beneyto bajo el título Narraciones de lo real y fantástico (en ediciones Picazo, Colección La Esquina, Barcelona 1971) en la que se incluye a Max Aub, Cela, Manuel Pacheco, Tomás Salvador, Ramón G. Redondo, Francisco García Pavón, etc.
Y concluimos con la mención a la aportación que al campo de lo fantástico hacen escritores como García Márquez, Borges, Cortázar, Horacio Quiroga, Bioy Casares, Juan Rulfo, etc., todos ellos insertos en la corriente del “Realismo mágico”.

viernes, 23 de marzo de 2012

"QUIERO MI CASA" -repite obsesivamente FERNANDO TEJERO en CINCO METROS CUADRADOS

Foto: E. García de León
Una vez más la Filmoteca de Albacete pone de relieve que nos gusta el cine (de lo que dan fe las largas colas que se organizan ante sus puertas), que el precio es genial (2 euros), que no hay que coger coche ni desplazarse al extrarradio (está en el Altozano) y que además de películas de culto para cinéfilos, se proyectan otras de atractivo general. "Cinco metros cuadrados" que cierra el ciclo de Economía, ha sido proyectada hoy, con la presencia del director Max Lemcke y del actor Fernando Tejero que enseguida han conectado con el público que abarrotaba la sala.
Foto: E. García de León
Cinco metros cuadrados relata la historia de un héroe contemporáneo. Alejandro Valtueña es un hombre que quiere ser feliz y para ello necesita casarse con su novia, tener una familia, trabajo y una casa donde vivir. Para ello se empeña en una hipoteca de una vivienda en construcción, cuya obra se paraliza inexplicablemente y empieza el sinsentido para los propietarios que nunca verán acabada la construcción y que habrán perdido su inversión, sin explicaciones. El tema, absolutamente de actualidad, nos recuerda la novela de Rafael Chirbes, Crematorio, llevada también a la pantalla en una serie en la que se pone de relieve la impunidad de los especuladores. Y no solo ocurre en la literatura y en el cine, el propio actor explica cómo ha conocido casos en su inmersión en el papel, que confirman que la realidad supera a la ficción.
También es real el entorno en el que se rueda, Alicante, un edificio auténtico, una obra paralizada por la crisis. Un constructor convence a un concejal de urbanismo de construir en medio de la nada, pero con vistas al mar. Es un constructor "tóxico" como lo define su director, que se aprovecha de la debilidad codiciosa del concejal y de los pobres incautos que invierten sus ahorros y los de sus familias. Un helicóptero, al comienzo de la película,  nos da una visión del Benidorm explotado al máximo con su proliferación de rascacielos junto al mar, y otro helicóptero al final de la misma, vuelve a ser el observador de la especulación.
Todo este tema es importante en la película, pero lo más profundo e intenso es la lucha del personaje por su dignidad.  Alejandro no puede conseguir su piso pero lucha incansable por su dignidad. Es desesperante ver cómo pasan los meses y se va quedando solo: los demás estafados van acomodándose en pisos de inferior calidad  a los pagados, los suegros ya no soportan la convivencia con la pareja dentro de su casa, su novia Virginia, (Malena Alterio), desencantada, lo abandona cuando pierde el trabajo, después de haber salido de casa de sus padres para acomodarse en una habitación de 5 metros cuadrados en los que se amontona la cama junto a la ducha, a la televisión y al miniestante que hace la función de cocina,  de donde también los echan por falta de pago, y Alejandro empecinado en conseguir su casa, se instala en el piso piloto del edificio donde tiene su propiedad sin construir, sin luz y sin agua pero todavía con su dignidad intacta.
Foto: E. García de León
"Quiero mi casa" es el grito de este personaje, solo y abandonado, que evoluciona desde ese "pobrecito" infeliz, en el momento en que con gran fuerza moral, estampa contra el suelo el móvil de la chica de la inmobiliaria, la enésima persona con la que habla, intentando una cita con el especulador, y en ese momento en que su capacidad de aguante ha llegado al límite, este hombre que no comprende cómo todo el mundo sabe lo que pasa y nadie hace nada, cómo queda impune la estafa, cómo hay en su entorno una ausencia de valores, reviente e inicia un ataque frontal, luchando hasta el final, ya no por su casa sino por su dignidad.
El actor explica una curiosa anécdota del rodaje: cuando recoge el cheque al final, el personaje-Alejandro siente que con él pierde su dignidad, y como solo quería ya demostrar a su novia Virginia que había puesto de rodillas al especulador que había reventado sus vidas, el actor-Fernando escribe en el cheque una nota personal, de Fernando a Malena, que ella desconocía y su sorprendida sonrisa, la de Malena, ilumina el rostro del personaje-Virginia y salva la dignidad del personaje-Alejandro. Esta historia del héroe contemporáneo es lo que más conmueve en la película. 
El tirón de este popular actor, tan querido por el público y tan conocido por sus papeles cómicos televisivos, ha sido un importante leit motiv en esta velada. Amable con todos, se ha fotografiado sin abandonar su sonrisa, ha firmado autógrafos y ha agradecido al público albaceteño la cálida acogida que le ha dispensado.
Foto: E. García de León
Sus jóvenes seguidoras -Marta, Eva, María y Ana- estaban encantadas de posar a su lado, y Fernando también. Sus sonrisas lo muestran. ¡Feliz recuerdo para todos!

miércoles, 21 de marzo de 2012

Día del árbol. Primavera 2012

Leo en el periódico que hoy, 21 de marzo, primer día de la primavera, se celebra el Día del Árbol”. Cualquier día es bueno para acercarnos a la poesía. Seleccionamos un par de intensos poemas.
El primero es el poema titulado “De árbol a árbol de Mario Benedetti, en el que destacamos la curiosa enumeración de árboles y de lugares universales en los que se encuentran, muchos de ellos extraordinarios y no demasiado conocidos. Une a todos ellos un recurso literario, la personificación, de manera que observamos cómo se dota a los árboles de características humanas. Con ello se consigue implicar emocionalmente al lector.
La reflexión sobre el sentimiento de solidaridad entre todos ellos abre el poema con una interrogación retórica; se concluye con otra interrogación en la que el yo poético plantea la duda de que los árboles no sepan quienes son realmente “sus voraces enemigos”, y aclara: son “el hacha tenaz del leñador, la sierra de las grandes madereras, el rayo como látigo en la noche”. Es un punto final que desvela una fina crítica social.

De árbol a árbol
a Ambrosio y Silvia
Los árboles
¿serán acaso solidarios?
¿digamos el castaño de los Campos Elíseos
con el quebrancho de Entre Ríos
o los olivos de Jaén
con los sauces de Tacuarembó?
¿le avisará la encina de Westfalia
al flaco alerce de Tirol
que administre mejor su trementina?
y el caucho de Pará
o el baobab en las márgenes del Cuanza
¿provocarán al fin la verde angustia
de aquel ciprés de la Mission Dolores
que cabeceaba en Frisco
California?
¿se sentirá el ombú en su pampa de Rocío
casi un hermano
de la ceiba antillana?
los de este parque o aquella floresta
¿se dirán de copa a copa que el muérdago
otrora tan sagrado entre los galos
ahora es apenas un parásito
con chupadores corticales?
¿sabrán los cedros del Líbano
y los caobos de Corinto
que sus voraces enemigos
no son la palma de Camagüey
ni el eucalipto de Tasmania
sino el hacha tenaz del leñador
la sierra de las grandes madereras
el rayo como látigo en la noche?

Adaptación musical del poema de Mario Benedetti, por JoanManuel Serrat en:

El segundo poema es “El árbol”, del poemario Mundo a solas de Vicente Aleixandre. Es un árbol humanizado, fuerte, con coraje. Es un árbol que “nunca duerme”, es una “dura pierna de roble”, es un “muslo piafante”, una “rodilla inmensa”, pero sobre todo, en esa conjunción y confusión entre el hombre y la naturaleza, “nunca veréis que un árbol quiera ser otra cosa” (v.19). El hombre queda, con esta afirmación, reducido a la condición de sombra, a su inexistencia. Aleixandre en su poema ofrece belleza y comunicación, porque para el poeta la belleza está en que las palabras sean verdaderas, que no solo tengan una bella apariencia coloreada, y es precisamente por esto por lo que tendrán gran fuerza comunicativa. En este sentido, la poesía es la verdad transmitida con fuerza del alma.

El árbol
El árbol jamás duerme.
Dura pierna de roble, a veces tan desnuda quiere un sol
muy oscuro.
Es un muslo piafante que un momento se para,
mientras todo el horizonte se retira con miedo.

Un árbol es un muslo que en la tierra se yergue como
la erecta vida.
No quiere ser ni blanco ni rosado,
y es verde, verde siempre como los duros ojos.

Rodilla inmensa donde los besos no imitarán jamás falsas hormigas.
Donde la luna no pretenderá ser un sutil encaje.
Porque la espuma que una noche osara hasta rozarlo
a la mañana es roca, dura roca sin musgo.

Venas donde a veces los labios que las besan
sienten el brío del acero que cumple,
sienten ese calor que hace la sangre brillante
cuando escapa apretada entre los sabios músculos.

Sí. Una flor quiere a veces ser un brazo potente.
Pero nunca veréis que un árbol quiera ser otra cosa.
Un corazón de un hombre a veces resuena golpeando.
Pero un árbol es sabio, y plantado domina.

Todo un cielo o un rubor sobre sus ramas descansa.
Cestos de pájaros niños no osan colgar de sus yemas.
Y la tierra está quieta toda ante vuestros ojos;
pero yo sé que ella se alzaría como un mar por tocarle.

En lo sumo, gigante, sintiendo las estrellas todas rizadas
sin un viento,
resonando misteriosamente sin ningún viento dorado,
un árbol vive y puede pero no clama nunca,
ni a los hombres mortales arroja nunca su sombra.

Página oficial de VicenteAleixandre:

Terminamos el recuerdo con una canción compuesta e interpretada por el cantautor ALBERTO CORTEZ, en el que se describe el tierno afecto que procede del intenso recuerdo de un árbol que desde su mismo nacimiento acompaña el desarrollo vital del cantante. Pertenece a su LP “Distancia”, editado por Hispavox en 1970.

jueves, 15 de marzo de 2012

ESPERPENTOS DIARIOS. 3. La fuerza de la gravedad es infinita

Hoy ha sido un día arrastrado, literalmente "arrastrao". Absolutamente todo lo que ha pasado por mis manos, se ha pegado un paseo por el suelo, incluida yo. 
Para qué me voy a entretener en describir cómo ha aterrizado primero el bote del champú, después el del gel, en el fondo de la bañera, si eso ocurre a diario. Luego se ha escapado entre mis dedos el estuche de las sombras de ojos, que se ha estampado contra el lavabo y se ha hecho papilla. Algo he aprovechado, lo justo para pintarme un poco, pero en cuanto he abierto el grifo, los pequeños escombros que se extendían y tintaban la blancura del lavabo, todos han desaparecido por el desagüe. “¡Bien empezamos!”, he pensado, pero no imaginaba que eso iba a ser el comienzo de una larga cadena de aterrizajes forzosos.
A la hora de comer, he acometido la ardua tarea de bajar un recipiente del segundo estante del armario de la cocina, ardua porque no sé si yo he encogido o si el armario ha aumentado su estatura, el caso es que he conseguido tocar la torre de los Tuperware, en la que se encontraba el que yo necesitaba, solo con la punta de los dedos y traerla hacia mí. No he calculado que una torre de tres no es claramente segura y el primero de los recipientes se ha abalanzado, agresivo, sobre mí por molestar su quietud y me ha castigado duramente con un capón en la cabeza. Con medio brazo forzadamente levantado, he conseguido sujetar el segundo que ha arremetido contra la fregadera, y el tercero que era el que yo necesitaba continuaba aferrado con mis dedos, pero ha cedido a la fuerza de la gravedad  en medio de tal balumba y también ha caído. Pacientemente los he recogido, duplicando ¡claro! el trabajo, y he vuelto a estirarme de puntillas para devolver dos de ellos a su lugar de reposo.
A continuación he preparado en el recipiente recuperado, unos champiñones que había lavado, relavado, cortado en láminas, y estaban dispuestos al lado de la plancha, pero, ¡hecho extraordinario!, enseguida han iniciado un violento vuelo y el consiguiente aparatoso aterrizaje, justo en el momento en que destapaba la botella de aceite. Puede que, de refilón, haya arreado un pequeño empujón al recipiente, pequeño me pareció ciertamente, pero la consecuencia ha sido desmesurada: los champiñones se han esparcido por la fregadera, por el suelo, y han invadido la encimera que no estaba libre de cosas sino todo lo contrario, con lo que he tenido que ir a la caza de cada una de las laminitas que se habían deslizado hasta el rincón más inverosímil.
No ha acabado ahí la cosa, porque en medio de la operación-rescate de champiñones ya resobados, mi torpe codo, que parece tener vida propia independiente del resto del brazo, ha derribado la botella de aceite, que acababa de destapar, y en consecuencia se ha extendido una untuosa capa de lo que más parecía chapapote que otra cosa, por los variados elementos que ha arrastrado a su paso.
Terriblemente enfadada he recogido todo, he tirado los restos, y los champiñones,  y cuando he acabado me he dado cuenta de que llevaba media hora trabajando en la cocina, actividad ciertamente ingrata cuando los resultados son los que han sido: no había cocinado nada.
He colgado el trapo de cocina en su percha, después de recogerlo, una vez más, del suelo. He barrido los restos del desastre y he conseguido que llegaran al cubo de la basura después de tropezar con el recogedor, observar desencajada cómo se esparcía la basura y por segunda vez recogerla.
No me ha quedado más remedio que cerrar la puerta y bajar a tomar algo al bar de la esquina, pero tampoco he llegado allí sin más. He resbalado y la fuerza de la gravedad me ha atraído hacia el suelo, adonde he llegado con las manos en los bolsillos de la cazadora que han impedido que me pudiera levantar sola, porque no he caído como todo el mundo, ¡¡no!!, mi caída ha sido artística: una pierna hacia delante, otra hacia atrás, y el cuerpo encajado con la voluminosa cazadora y las manos en sus bolsillos. No me he hecho daño, menos mal, salvo en mi integridad moral que se ha quedado en ese suelo. Hoy no he comido. 
La fuerza de la gravedad me ha derrotado.

lunes, 12 de marzo de 2012

CAFÉS LITERARIOS

TRES CAFÉS, TRES CIUDADES: CAFÉ FLORIÁN EN VENECIA,  A BRASILEIRA EN LISBOA, CAFÉ DE FLORE EN PARÍS.

Muchos de los cafés literarios han desaparecido, por eso los que quedan han adquirido categoría de museos detenidos en el tiempo. En sus mesas se discutieron importantes decisiones políticas,  la inspiración visitó a  artistas y escritores, animados con el aroma de un buen café. Fue Balzac quien hizo el más acertado elogio sobre el café. Describe la fuerza bélica del café que despierta las ideas y hace que sacudan la pereza inmediatamente:
 “El café acaricia la boca y la garganta y pone todas las fuerzas en movimiento: las ideas se precipitan como batallones en un gran ejército de batalla, el combate empieza, los recuerdos se despliegan como un estandarte. La caballería ligera se lanza a una soberbia galopada, la artillería de la lógica avanza con sus razonamientos y sus encadenamientos impecables. Las frases ingeniosas parten como balas certeras”… “Los personajes toman forma y se destacan. La pluma se desliza sobre el papel, el combate, la lucha, llega a una violencia extrema y luego muere bajo un mar de tinta negro como un auténtico campo de batalla que se oscurece en las nubes de pólvora” (http://citasculinarias.blogspot.com)

En VENECIA, la fama de los soportales de la Piazza San Marcos crece con la presencia del Café Florian, a punto de cumplir 300 años. Sus ilustres clientes le dieron el nombre a ese café inaugurado por don Floriano Francesconi el 29 de diciembre de 1720, cuyo nombre inicial fue “Alla Venecia Trionfante”. El café puede presumir de ser el primer local que permitió la entrada a las mujeres.
Su interior está organizado en pequeños salones que dan a la plaza, en los que se reunieron en torno a una taza de café, escritores como Lord Byron, Marcel Proust y Charles Dickens, que son quienes otorgan categoría literaria al local, no solo por la leyenda de su presencia sino también por ser el lugar por donde transcurren las peripecias de personajes literarios. Así  Oscar Wilde en  “El crimen de Lord Arthur Saville” (capítulo IV), reúne en Venecia a Lord Saville con su hermano Lord  Surbiton,  quienes paseaban por el Lido, recorrían en góndola  los canales venecianos  y cenaban en el Florián.
Foto: E. García de León
Foto: E. García de León
La magia del lugar crece cuando anochece y se ilumina con sus antiguas lámparas de Murano que, según se dice “acentúa la belleza”. En Carnaval, la presencia de las máscaras suspende aún más el tiempo y potencia el placer de vivir.

Foto: E. García de León
El novelista español Pedro Antonio de Alarcón, en su libro de viajes titulado  De Madrid a Nápoles ( 3ª ed. I, Madrid, 1886, pp. 367-368)  describe así el lugar:
"El Café Florián tiene renombre europeo, por lo lindo, artístico y lujoso. Más que un café parece el tocador de una reina, adornado en estilo Médicis, medio Luis XIV. Sus muchas y pequeñísimas estancias se hallan decoradas con tanto lujo como primor. Las paredes están pintadas al fresco, con cristales encima. Estatuitas doradas a fuego sostienen luces de gas en lámparas pompeyanas. Las mesas son de mármol de Carrara y descansan en preciosas columnitas bizantinas... En suma: el célebre Café Florián (que nunca se ha cerrado de noche desde los tiempos de la señoría, de las mascaradas, etc.) es digno de la Plaza San Marcos, como la Plaza San Marcos merece su destino de sala principal de Venecia".


LISBOA conserva un pequeño local en uno de sus barrios de obligada visita, el barrio Chiado, que es A Brasileira, el café donde -según cuentan- Fernando Pessoa escribió muchos de sus versos, y en cuya terraza ha sido inmortalizado, sentado junto a una taza de café.  Adriano Telles abrió el local en 1905, local que aún mantiene su planta estrecha y alargada con espejos, bronces, mosaicos y maderas talladas que daban prestigio a su anterior ocupación, la de un negocio de camisería. El nuevo comercio iba a ser sede de importación de productos desde Brasil, especialmente del café de Minai Gerais, que Adriano Telles daba a conocer en degustaciones en tazas pequeñas de un café cuya preparación era semejante al expreso actual.


Fotos: http://www.lazapatilla.com/viajes/cafe-a-brasileira-lisboa/


Realmente fue PARÍS la ciudad que potenció la aparición y crecimiento de los cafés literarios. En torno a ellos se desarrollaban actividades políticas, culturales y artísticas. Tanta era la atracción que ejercían sobre la gente que el humorista francés Georges Courteline dividía al pueblo en dos grandes grupos de mentalidad distinta y contrapuesta: “los que van al café y los que no lo frecuentan nunca”
El primer café literario tuvo que ser francés: el Café Procope, fundado en 1689. Son numerosos los cafés franceses que se conservan y cuya tradición literaria es conocida, así destacamos el Café de la Paix, Les Deux Magots, y el Café de Flore. Todos deben su merecida fama a la presencia de escritores que lo utilizaron no solo como lugar de ocio y conversación en torno a la taza de café sino también como espacio creador.
El Café de Flore está situado en el barrio de Saint Germain des Prés, cuna del existencialismo, junto a la plaza Sartre-Beauvoir que toma su nombre de la habitual presencia en el café de Jean Paul Sartre y su eterna compañera Simone de Beauvoir quienes incluso tenían mesa fija en el café.


Foto: E. García de León

miércoles, 7 de marzo de 2012

CURIOSIDADES. 2. HETERÓNIMOS

El heterónimo, como su etimología indica es “otro-nombre”, que implica otra personalidad, frente al seudónimo cuya etimología nos remite al significado “seudo- nombre”, apodo fingido que nombra a la misma personalidad. Fernando Pessoa sabía mucho de eso, tanto que llegó a tener cuatro heterónimos, que correspondían a cuatro personalidades poéticas completas. Esas personalidades que, en principio, parecen falsas, devienen verdaderas cuando su manifestación literaria  difiere del autor original. Machado denominaba “apócrifos” a sus heterónimos, Abel Martín y Juan de Mairena, que eran sus complementarios y representaban el principio de la contradicción. Es más llega a dar una vuelta de tuerca con la invención del apócrifo Jorge Meneses por obra de Juan de Mairena.

La que suscribe estas líneas asiste hoy, en este instante, al nacimiento de su heterónimo. Ha sido una gestación breve, que se ha precipitado por las circunstancias. Un problema de alcoba, problema imaginado por una mente enferma de celos,  impide la publicación de artículos serios en una sesuda y provinciana revista. Sesuda porque hay mucho seso y poco sexo entre sus responsables, lo que parece dar lugar a estas reacciones temerosas y enfermas que piensan pueden perder lo que tuvieron y no tienen. Provinciana porque no se concibe que los problemas domésticos atrapen entre sus redes escritos de quienes nada tienen que ver con sus protagonistas. Si Galdós viviera…. tendría tajo para caracterizar personajes. Si las colaboradoras de la revista supieran quien decide si su poema, relato o artículo de crítica literaria, ha de ser publicado o no, y cuáles son las razones para ello, a buen seguro sería una revista específicamente masculina. A pesar de ello, el heterónimo va a ser femenino. 

Y casi se me olvida. Es Amanda Masdá Bueno. “Amanda” porque remite al significado procedente del participio latino "aquella que es amada por los demás". “Bueno” por la expresión de aceptación resignada, "no hay remedio, ¡bueno!" , y la fonética del primer apellido es explícita.
Nos vemos. Nos leemos

domingo, 4 de marzo de 2012

LORENZO SILVA

Hábitos del hombre actual en la novela: Internet y correo electrónico
El hibridismo es uno de los rasgos dominantes en la novela actual, lo que ya se deriva inmediatamente de la nebulosa definición, frecuente en los títulos de las novelas, en los que se advierte sin duda, la permeabilidad entre lo real y lo ficticio. Así ocurre en la novela de Lorenzo Silva, El Blog del Inquisidor...
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