domingo, 13 de diciembre de 2015

ESPERPENTOS DIARIOS. 16. El sentido común

¿Adónde ha ido a parar el sentido común?
El concepto de "paso de peatones" responde a un paso en medio de la calzada, marcado por líneas longitudinales que los peatones tienen derecho a usar para pasar de un lado al otro de la calzada por la que circulan los coches. ¡Perfecto! Yo, hasta ahora, creía entender lo que significaba pero hoy he comprendido que no lo sé.


¿Qué diferencia hay entre la foto de la izquierda y la de la derecha? ¡El antes y el ahora!. Antes se podía cruzar el paso de peatones y llegar sin obstáculos hasta el final. Ahora, en la puerta principal de un conocido centro comercial, comienza un paso que hay que atravesar con un carro cargado hasta arriba, no siempre fácil de manejar y que conduce directamente a una par de filas para aparcamiento de vehículos. Al llegar al final, debes girar con dificultad el carro, saltar un resalte que hay en el suelo y entrar a las calles del aparcamiento para buscar el coche. Mientras tanto, el vehículo que ha cedido el paso, haciéndose la misma pregunta que el peatón que empuja el carro, debe esperar semejante cadena de maniobras, sin entender la finalidad de un paso de peatones que tiene cortado el paso (valga la redundancia)
Por la tarde decides ir al cine, a uno de esos con varias salas, ubicado en otro centro comercial. Entras en el WC público del mismo y cuando estás con el culo (con perdón) en pompa, sujetando la ropa para que no arrastre, con la cabeza hacia abajo y la vista fija en el suelo, descubres, ¡oh sorpresa! que el suelo está tan abrillantado y con tanto espacio en el tabique que no llega al suelo, entre habitáculo y habitáculo, que se convierte en un enorme espejo que refleja las partes íntimas de la vecina de al lado, que ves con toda claridad desde esta privilegiada perspectiva y, claro, ella está viendo las tuyas.
No sé a quien se le ocurren estas brillantes ideas, ni quien las desarrolla ni quien les da el visto bueno pero esto no es normal. Tal vez procedan de esos jóvenes de los que tanto se habla, achacando el fracaso escolar a otros elementos que no son su propio esfuerzo, jóvenes que, sin rubor, afirman en un examen de Ciencias que una "cantera" es el lugar del que salen los futbolistas, en el de Literatura relatan que Jorge Manrique fue "guardia civil" y en el de Matemáticas no pueden prescindir de la calculadora. Ya están ocupando puestos en los que la falta de esfuerzo y disciplina en el estudio, genera en su futuras actuaciones, como mínimo, una seria irresponsabilidad y una notable estupidez social. ¿En manos de qué gente preclara estamos?

Rarezas Bibliográficas. 5. Marcel Duchamp

Marcel Duchamp, un juego entre mí y yo.
Es un original libro-objeto, editado por Turner, en el que François Olislaeger (Lieja, 1978) narra la historia de las vanguardias del siglo XX y la fuerte influencia que sobre ellas, ejerció Marcel Duchamp. A modo de biografía, el autor ilustra los escritos autobiográficos de Duchamp (1887-1968), recreando con imágenes lo que resulta difícil de contar. 
duchamp 2Con el subtítulo "un juego entre mí y yo", Olislaeger trata de que el lector conozca la vida de Duchamp, de la que hizo una obra de arte, de manera lúdica. El lector ha de dar sentido a los dibujos, en blanco y negro, y a los textos colocados sin orden de lectura, siguiendo al pie de la letra una de las máximas de Duchamp, para quien "es el lector / espectador quien, en última instancia, da sentido a cualquier obra". El resultado es un curioso desplegable, con forma de acordeón que alcanza seis metros de longitud. 
Marcel Duchamp, fauvista durante un breve lapso de tiempo y dadaísta, ha sido declarado unánimemente "padre del arte contemporáneo" por su dedicación a la experimentación y al arte de vanguardia. En el campo de la escultura innova con el denominado "ready-made", que consiste en combinar o disponer arbitrariamente objetos de uso cotidiano (un urinario, un portabotellas, una rueda de bicicleta...) que podían convertirse en objetos de arte por deseo expreso del artista.. 

domingo, 15 de noviembre de 2015

Isaac Rosa. La mano invisible. Reseña

Una novela social e ideológica
"El compromiso en la escritura pasa por escribir feo de lo feo"-afirma Marta Sanz. Acostumbrados la literatura de consumo, saltan las alarmas de nuestro cerebro cuando nos encontramos con una novela que podemos denominar "social", comprometida, ideológica, una novela en la que los colores no combinan. Se trata de La mano invisible de Isaac Rosa (Seix Barral, Barcelona, 2011).
Parece ser que el título es eco de la ideología de la novela. La metáfora de la "mano invisible" fue acuñada por Adam Smith, filósofo escocés, a mediados del siglo XVIII, haciendo referencia a la vida económica de una comunidad guiada por una especie de poder imperceptible que impulsa a conseguir su beneficio particular actuando de una manera conveniente para todos; se logra pues, una identificación entre el interés individual y el bienestar social.
En la novela de Isaac Rosa  hay una mano invisible: es la que está detrás de todo el espectáculo que se ofrece en una nave ante un público que observa cómo trabajan un albañil que construye con precisión un muro para destrozarlo con una maza cuando termina y vuelve a empezar su construcción, un carnicero que despieza sin pausa, uno tras otro, animales que le traen del matadero,  una costurera que borda inútilmente metros y metros de tela que irán a la basura, una teleoperadora que repite sin cesar una absurda encuesta, etc. 
De todos estos trabajadores nada sabemos, ni siquiera su nombre. El planteamiento gira en torno a la duda de si esto es trabajo o es espectáculo porque no es un trabajo productivo, mas bien parece la representación de un papel. ¿No es esto un trabajo?- se preguntan los trabajadores, a través de cuyos pensamientos sabemos del impacto social que ha producido este proyecto de reunir en una nave industrial a varios trabajadores con la finalidad de que la gente pueda contemplar la rutina de su trabajo, que se va dificultando a medida que esa mano invisible recorta el tiempo y aumenta los objetivos de producción.
Los personajes, además de trabajar reflexionan sobre su oficio y de este modo el lector penetra en los pensamientos profundos de cada uno de ellos. Utilizando un estilo indirecto libre, se insertan en la voz del narrador las voces y pensamientos de cada uno, enhebrados con gran precisión en un estilo repetitivo, que reproduce el trabajo rutinario que realizan. Es un estilo narrativo en el que hay un perfecto maridaje entre lo que se cuenta y el modo de contarlo, "porque su brutalidad o su monotonía parecen señalar un límite a la narratividad, (¿cómo contar algo allí donde no hay nadie, donde cada uno deja de ser alguien?)"(p.269). Trata del trabajo en sí mismo, trabajo que el público que lo observa no acaba de entender: "a mí me ha gustado, yo no entiendo de qué va esto, a mí me parece que no trabajan de verdad, deben ser actores, vaya tomadura de pelo venir hasta aquí para esto, no te quejes que por lo menos no cobran entrada, solo faltaría" (p. 71). Es un novedoso diálogo en el que el autor enlaza una opinión con otra, con gran habilidad. 
Y eso que la rutina del trabajo descrito podía arrastrar a una narración rutinaria y monótona, cuestión que el autor ha conseguido superar. La precisión en la enumeración de las piezas del motor que monta y desmonta uno de los personajes o la denominación de cada una de las partes del animal descuartizado, etc., son de una exactitud libresca. Y alguno de los recuerdos de este carnicero por ejemplo, de su trabajo anterior en el matadero o en las visitas a las naves donde crían cerdos, son de un brutal expresionismo. En defensa de estos eslabones tan bajos en la cadena del trabajo, sale el propio personaje argumentando que en la cadena solo hay que hacer lo que toca en cada puesto y en cada momento.
Los sinónimos son una buena baza para evitar la monotonía. "Teatro, circo, arte, experimento, broma"(p.73) son las definiciones que de golpe leemos para entender la opinión del público que observa. A través de ellos se multiplica la crítica social, insistiendo en la denominación coloquial de quien representa este modo de trabajar duro, deprisa y con intensidad inútil: es un "trabajador basura, trabajador de usar y tirar o trabajador de mierda" (p.78). Los asistentes al espectáculo "no callan, comentan, gritan, silban, chistan" (p.178), leemos en una enumeración recopiladora. O nos descubre un catálogo de apelativos para llamar al camarero que ocupa un pequeño lugar a un lado y sirve cafés a destajo: "jefe, chaval, socio, niño, monstruo, campeón, capitán, colega, chico, nene" (p.192). En suma, es un planteamiento narrativo innovador y sorprendente, aunque su lectura sea difícil e incluso en ocasiones implacable.
Es una novela social que reflexiona sobre el propio trabajo, sobre la precariedad laboral. Enfrenta lo que ocurre en el escenario con esas palabras vacuas que se publican en el periódico: "la estética del trabajo", "la belleza del esfuerzo", "la sinfonía del trabajo humano". El vigilante de seguridad, cuyo trabajo no es expuesto al público es capaz de desmontar la idea de que el trabajo ennoblece y dignifica al ser humano porque todos los que allí trabajaban no estaban "por realizarse como personas, ganar una identidad, participar en sociedad, contribuir al desarrollo, aportar cada uno según su capacidad para recibir según su necesidad, aprender, crecer, sentirse pleno, encontrar su lugar en el mundo" que eran las ideas que les habían imbuido, sino que estaban "por dinero". Es una apología de la explotación. "Escúchame, mamá," -dice la costurera- "estoy harta de tus refranes, y sobre todo estoy harta de tu viejo cuento de la dignidad del trabajo, la decencia del trabajo, la felicidad del trabajo, porque yo no he conocido nada de eso" (p.157)
Los trabajadores sienten una rebeldía interna que les lleva a cuestionarse la expresión "trabajar lo justo" referido a las ocho horas de jornada laboral,  a preguntarse acerca del significado de "vivir dignamente", etc. Se cuestiona la moral que ensalza la laboriosidad y condena la ociosidad, porque no es fácil asimilar  cómo es posible "entregar a cambio de un sueldo nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, nuestro cansancio, nuestra atención, nuestra inteligencia, nuestro talento, nuestras emociones, nuestras habilidades sociales, nuestra salud, nuestro dolor, nuestro malestar" (p.224)
Estamos ante una novela que podríamos denominar ideológica, una novela que fractura contenidos y técnicas narrativas al uso. Nos necesario estar de acuerdo con las ideas aquí planteadas, pero nos da qué pensar. Si el autor no quiere entretener al lector sino que aspira a producir inquietud, a ponerle en una encrucijada de conocimiento y reflexión sobre la realidad, "necesita un lector exigente, esforzado, participativo; un lector con el que entablar una conversación" (Marta Sanz. No tan incendiario). Es un modo de escribir que nos lleva directamente a la última novela (última mientras no se publique a título póstumo la que dejó escrita) de Chirbes, En la orilla. Es necesario formular preguntas aunque no haya respuestas. 

domingo, 1 de noviembre de 2015

A jujarr. Nuevo programa de radio


Sean bienvenidos los nuevos proyectos, proyectos jóvenes, frescos y repletos de buenas ideas tratadas  con un importante sentido del humor. Así es "A jujarr" que  se emite en Onda Polígono FM- 107.3 todos los domingos de 20h a 20'30h.
(Ver también Onda polígono.es o descargar el podcast en http://www.ivoox.com)
Hoy, 1 de noviembre ya hemos podido escuchar el tercer programa. Han desaparecido los nervios del primero y los tres protagonistas están bastante relajados. 
Presenta el programa y lo conduce Rayuelas, Rayito, Rayo, acompañado de la experta en cine Umma Lumman y del Sr. Travis (el 6º Beattle)
El programa comienza con un tema original al que dedica la primera composición musical y el concurso final. La acción de los Hermanos Alcázar ante el cierre del establecimiento de discos "Madrid Rock", sito en la Gran Vía de Madrid, guardianes de la cultura musical cuyo negocio fue hundido por la piratería, fue el tema del primer programa. La figura de Mágico González, famoso futbolista bohemio, indisciplinado y fiestero, mago del balón, fue el tema del segundo programa. Le dedican, con extraordinario humor, una divertida canción: "Qué pasa contigo tío… Es que me paso el día de juerga, toda la noche sin descansar…". Para el tercer programa eligen la serie de ciencia ficción "Expediente X" (cadena Fox, 1990), con nueve temporadas de popularidad.
La segunda parte del programa está en manos de Umma Lumman, la experta en cine, sección que titula "Cine en paralelo". Hace interesantes reflexiones acerca de ese cine de difusión limitada, en circuitos que se alejan de lo comercial, cine de géneros híbridos. Así escuchamos su opinión acerca de la experimentación en el cine que ahora denominan indie, como "Boyhood", experiencia del paso del tiempo, en el primer programa. En el segundo aborda el Nuevo Cine Musical y nos acerca a la película "Alabama Monroe" que cuenta una historia triste sin teatralidad y cómo la música se integra en la vida. En la tercera emisión nos acerca a la "Comedia Salvaje", y al humor negro, salvaje y violento con que se retrata a la sociedad americana en la película "God bless America", cuya traducción al español,"Armados y cabreados", es ciertamente extraña.
Termina esta sección con una canción de las bandas sonoras de cada una de ellas.
La tercera parte del programa se dedica a temas variados y todos ellos originales: la poesía pop de Dante Alarido, poeta incendiario y salvaje que recita una de sus composiciones. Una revisión de los cuentos clásicos en la que escuchamos un cuento dramatizado y una conclusión en clave de humor. 
Y una reflexión acerca de las insistentes preguntas sobre el por qué de las cosas, con ejemplos originales y divertidas respuestas.
La cuarta sección corresponde al Señor Travis quien presenta "Música de etiqueta". Hace referencia a esa música que se puede reconocer pero no es exactamente comercial. El electro pop de Kavinsky y su composición "Night call" en el primer programa. Regina Spektor y su "Fidelity" en el segundo y el grupo español Supersubmarina y la canción "Viento de cara" en el tercero.
Por fin la última sección la ocupa un Concurso, "El que pierde paga", con 5 preguntas acerca del tema con el que se abre el programa (los Hermanos Alcázar, Mágico González y Expediente X). Se enfrentan dos equipos y el que pierde aporta su contribución de 1 € que destinarán a una buena obra.
El programa termina con una surrealista frase de despedida. Dice Rayuelas:
"Las naranjas son grandes; las pequeñas no tanto"
¡¡ENHORABUENA y ÁNIMO!!

viernes, 16 de octubre de 2015

Ramón Bello Serrano, Timón de Atenas

Asistimos la tarde del 15 de octubre de 2015 a la presentación del libro de Ramón Bello Serrano, Timón de Atenas.
Estas fueron las palabras de la presentación:
Nos reúne aquí, nuestro amigo Ramón Bello Serrano, abogado, escritor y periodista, conocido de todos ustedes por lo que apenas necesita más presentación que la de su nuevo libro, Timón de Atenas, en el que confluyen sus facetas de periodista y escritor, sus vastos conocimientos filológicos y literarios y una memoria prodigiosa que potencia su erudición.
Timón de Atenas es una recopilación de artículos de prensa, publicados en La Tribuna de Albacete, que el propio autor escoge bajo la denominación de artículos literarios.
El binomio periodismo-literatura como concepto de comunicación escrita, muestra que, en efecto, existen unos textos periodísticos sobre los que planea la fuerza de lo literario. Sobre ello discurre una histórica discusión, una polémica con Mariano José de Larra como precursor. En su conocido artículo de costumbres, Ya soy redactor, escribe:
"El hecho es que me acosté una noche autor de folletos y de comedias ajenas y amanecí periodista; míreme de alto a bajo, sorteando un espejo que a la sazón tenía, no tan grande como mi persona, que es hacer elogio de su pequeñez, y vine a escudriñar detenidamente si alguna alteración notable se habría verificado en mí físico; pero por fortuna eché de ver que como no fuese en la parte moral lo que es en la exterior y palpable tan persona es un periodista como el autor de folletos".
(el autor de folletos hace referencia a la novedad de que los periódicos en el siglo XIX incluyeran pequeños cuadernillos o folletos -de ahí el nombre folletín- que se publicaban a diario, y al dejar la acción en suspense, despertaban la curiosidad del lector que deseaba seguir leyendo la continuación al día siguiente. La innovación fue todo un éxito y permitía la venta masiva de periódicos. Después, muchas de esas obras narrativas se publicaban reuniendo los capítulos en un libro.)
En 1845 Joaquín Rodríguez Pacheco (político –ministro de Estado y presidente de varios de los gobiernos de Isabel II- , jurista, escritor, académico, destacada figura del romanticismo conservador de la generación española de 1834), en un discurso ante la Real Academia Española, defiende los valores literarios del nuevo género: el periodismo. Y cincuenta años después (1895), Eugenio Sellés, designado miembro de la Real Academia de la Lengua Española pronuncia su discurso de ingreso sobre “El periodismo”, refiriéndose al mismo en estos términos:
"Es género literario la oratoria que prende los espíritus con la palabra y remueve los pueblos con la voz; es género literario la poesía, que aloja la lengua de los ángeles en la boca de los hombres; es género literario la historia, enemiga triunfante de la destrucción y del tiempo, porque hace volver lo que pasó y resucita el alma de las edades muertas; es género literario la novela, que narra lo que nadie ha visto, de suerte que a todos nos parece verlo; es género literario la crítica, que pesa y mide la belleza y tasa el valor y contrasta la verdad y las mentiras artísticas; es género literario la dramática, que crea de la nada hombres mejores que los vivos y hechos más verosímiles que los reales; no ha de serlo el periodismo, que lo es todo en una pieza: arenga escrita, historia que va haciéndose, efemérides instantáneas, crítica de lo actual y, por turno pacífico, poesía idílica cuando se escribe en la abastada mesa del poder y novela espantable cuando se escribe en la mesa vacía de la oposición?"
En definitiva, la Academia se pronunció ante la polémica cuando permitió el ingreso del periodista Mariano de Cavia.
El Periodismo Literario tiene su propia identidad y existe como forma autónoma, caracterizado con un estilo que va más allá del lenguaje tradicional periodístico, un estilo inconfundible donde se destaca el buen uso del idioma, el dominio de la palabra escrita.
El periodista literario no es un comunicador improvisado en la prensa. Es, en la mayoría de los casos, un periodista, frecuentemente con experiencia, que tiene relación directa con los textos literarios, bien como escritor, bien como ávido lector de la literatura universal.
Respecto a los temas del periodismo literario, podríamos afirmar que son prácticamente infinitos: hechos que dan lugar a la noticia diaria, pequeños o grandes detalles de la misma, personajes y lugares, incluso recuerdos y anécdotas personales. Un buen periodista literario es capaz de enfrentarse a cualquier tema que, por otra parte, adquiere una relevancia especial en la pluma de quien, con su talento, descubre y enaltece la inagotable realidad de su entorno.
Y desde luego, hay que destacar la pasión del periodista literario frente a su oficio. Es una necesidad del escritor, que está por encima de la consideración de aspectos económicos, por encima de su otro oficio, el que le permite vivir. Es en suma un reto para su potencial creativo.
Amando de Miguel refleja la postura psicológica que tiene un escritor, en el siguiente enunciado: "La primera condición para escribir bien es leer bien. Los que mejor han escrito eran ante todo omnívoros lectores. Hay algo de caníbal en el oficio de escribir. Si no se deglute letra impresa no se vomita letra impresa. Claro (afirma irónicamente) que el proceso digestivo produce también excrementos". (En Sociología de las páginas de opinión, 1982). Por ello, si hablamos del escritor estamos hablando de lector. Si hablamos de Ramón, hablamos de un lector devorador que asimila y digiere con elegancia
El estilo de libro del que hablamos, Timón de Atenas, es marca “Ramón”: por sus constantes referencias a escritores de la literatura universal de cualquier época (sobre todos ellos, planean siempre Shakespeare y Cervantes), referencias a héroes y dioses de la mitología grecolatina, referencias a personajes de la Biblia, a actores, políticos, gente del cine, emperadores, amigos y conocidos… en fin, un imposible abanico difícil de enumerar.
Es marca “Ramón” escribirlos de una tirada, sin pausas ni puntos y aparte, que pudieran romper el hilo que encadena sus pensamientos. Por eso incluye constantemente incisos, paréntesis, guiones y cuantas digresiones y aclaraciones se le ocurren para el desarrollo de su idea.
Es marca “Ramón” el juego con las palabras: el DNI “encartado” que “descarta” cuando lo saca de la cartera, la elección de vocablos inusuales, como el calificativo “ríspido” (en lugar de sus conocidos sinónimos áspero, violento, intratable), o el término “complotados” (conjurado, quien participa en un complot), por poner un par de ejemplos, su verbo favorito “remaneciendo” (amanecer de nuevo e inopinadamente). Y cómo no destaca su libertad absoluta y su originalidad en la adjetivación, así podemos leer que las manos de Aristóteles son "verdaderas", "perseguidas" las de Fray Servando Teresa de Mier, "infernales" las del diablo Titivil, "retractadas" las de Claudio Frollo, "sustanciosas" las de Quasimodo, "alizarinas" las de Nebrija, hay manos "purpuradas", "encobradas", "azafranadas" y un largo etcétera (págs.93-94)
En lo que respecta al título del libro, Timón de Atenas, el propio autor explica su origen y su significado, al final del libro. El Timón de Atenas (1606) de Shakespeare es una pieza inclasificable, desconcertante, que describe cómo los cambios en la suerte, conducen al protagonista a perder la esperanza y lo convierten en un misántropo.
Joaquím Benite dirige una versión del tema que se presenta en el Festival de Mérida en agosto de 2008. En ella, Timón es un neopositivista contemporáneo que plantea la idea de que si se utiliza el mundo como medio de redención, si el hombre pudiera imponer su voluntad por encima de cualquier valor moral, todo sería posible. Sin embargo Timón se retira defraudado y cansado de la vida.
Esta versión del dramaturgo Francisco Sena, sitúa la acción en 1973 en un contexto de crisis política y económica (golpe de estado de Pinochet y los coroneles griegos, crisis mundial del petróleo, la Unión Soviética reconoce el genocidio estalinista, Mandela sigue en prisión, el muro de Berlín es el símbolo de la vergüenza occidental… Es una modernizada visión de la traición, el dinero, la generosidad.
Timón no entiende que la bondad y el bien no están considerados en una sociedad llena de incertidumbre y de miedo, no entiende por qué se viene abajo un mundo de bondad y de amistad que tanto ha costado levantar. La única solución es seguir viviendo a pesar de todo y de todos. No queda otra. Timón se convierte en un hombre defraudado de la sociedad, desconfiado. Por eso se sube a una columna, para renunciar al mundo y por tanto a vivir. Sátira de costumbres y de la ingratitud humana es el significado del drama, a caballo entre la fábula y el discurso moral, en el que rezuma humanismo por todas partes.
La elección de Timón de Atenas como título del libro de Ramón, parece como mínimo oportuna. Por sus páginas pulula la generosidad, la presencia de la amistad verdadera, de la fidelidad y de los falsos amigos, aduladores, “la honradez natural … que vamos sintiendo con el paso de los años querellada”(p. 182), la idea de que “la vida es batallar … aunque quizá no queramos saber que batallamos por nuestra alma de corcho, de manera brillante, pero vodevilesca y falsa” (p.181). En sus páginas está presente el desencanto de Timón de Atenas: “La vida es el oleaje (que creemos dominado y ordenado) que, de un golpe, arrebata algo muy querido o planta la desilusión y ese diminuto rizarse del agua (cuando observamos la resaca que hace rodar la piedra pequeña) nos convierte en litigantes perpetuos que aburren al juez- aburrido el mar.” (p.156)
El origen y el significado de la elección del título nos lleva a la declaración del autor en la última página de libro:
"... puede adivinarse el oficio e industria de este libro. Hay generosidad y desencanto. Nada es inocente. Pero el hombre generoso siempre va más allá del esquinero y perfilado. Nada hay peor que sentir desprecio por algo o alguien. Nada".

viernes, 9 de octubre de 2015

Cartas. Día mundial del Correo

Hoy, 9 de octubre de 2015, se celebra una curiosa onomástica: el Día Mundial del Correo. Como casi todo en esta sociedad actual, que va tan acelerada,  esta celebración queda ya obsoleta. 
El 9 de octubre de 1874, el Tratado de Berna permitió unificar dispares reglamentos postales en un territorio postal único. El Día Mundial del Correo fue declarado por el Congreso de la Unión Postal Universal (UPU) celebrado en Tokio (Japón) en 1969. 
Primero fue el correo electrónico: a través de los e-mail recibíamos noticias de nuestros amigos y familiares. Ahora es el whatsap el que con mensajes superbreves nos mantiene en contacto con todos ellos. es una nueva manera de escribir cartas ágiles
¿Dónde queda el correo?  ¿Aquellas larguísimas cartas que leíamos una y otra vez y que nos despertaban una imponente sonrisa? Esas cartas que empezaban con "Mi amor, te quiero tanto..." y leíamos y releíamos hasta la saciedad. Aún hay quienes guardan esas bellas misivas aunque la persona que las enviaba ya esté fuera de sus vidas. La carta se mantiene en su nostálgica trinchera. 
Las cartas han tenido diferentes soportes: madera, pizarra, barro, piedra, papiro o papel. Su auge, su mayor dimensión social, acontece en el siglo XVI debido al crecimiento del alfabetismo y a la necesidad de comunicación que surge de los conflictos militares de España en Europa o la colonización de America. A partir de 1980, la correspondencia es una escritura minoritaria,  las cartas sufren una agonía de la que no se han recuperado. 
Hemos de reconocer que en las cartas, en los epistolarios, se nos mostraba la verdad más íntima de su autor, se nos desvelaban los sentimientos que en dos líneas de un e-mail o de un whatsap, difícilmente  se pueden expresar. Si el autor de las cartas es un escritor, pintor o personalidad reconocida, aún tiene más valor el reconocimiento de sus sentimientos que nos desvelan las claves de su obra. 
De todo ello da buena cuenta el número 248 de la revista Litoral, revista nacida en 1926, en Málaga a manos de Emilio Prados y Manuel Altolaguirre (de la Generación del 27). Después de varios intentos de renacimiento, la revista resurgió en la primavera de 1968, con José María Amado quien reivindica el papel histórico de la Generación del 27 tras tantos años de silencio y de persecución de la cultura oficial. A partir de ese momento Litoral se convierte en una revista monográfica que recoge, por ejemplo, en el número 248, ya citado, el contenido de curiosas cartas y diversas reproducciones pictóricas en las que se representa un personaje con una carta entre las manos.  
Las cartas son de muy variado contenido: desde las lascivas de  James Joyce a su amada Nora Barnacle (8 de diciembre de 1909) o la correspondencia ardiente entre Paul Eluard y  Gala o Ernest Hemingway y Marlene Dietrich o Jean Paul Sartre y  Simone de Beauvoir, hasta las que plantean temas cotidianos como las que se cruzan entre  Pedro Salinas y Jorge Guillén, o proyectos literarios como la proposición de un monográfico sobre Andalucía que Sebastian Gascó hace a Federico García Lorca, etc.
Reproducimos, a continuación, la carta que reúne texto y pintura escrita por Benjamín Palencia a Emilio Prados y Federico García Lorca (recogida en la revista Litoral citada):
El Correo ha dejado auténticas obras de arte, piezas literarias, artísticas y desde luego de un gran contenido sentimental, en el amplio sentido de la palabra.

martes, 22 de septiembre de 2015

Poesía. Ateneo Albacetense 2015




Premio de Poesía “Elías López Roldán

El día 12 de septiembre se celebra, en la sede del Ateneo de Albacete, el acto de entrega de la Segunda Edición del Premio de Poesía “Elías López Roldán” (organizado en recuerdo al Vicepresidente y Vocal de Cultura del Ateneo albacetense, buen profesional y mejor persona). 
Resultó premiado el poemario titulado “Cuaderno de Holanda” de José Luis García Herrera (de Esplugues de Llobregat), que desde 1990 ha reunido una importante colección de premios que jalonan su trayectoria poética.
El jurado, encabezado por la presidenta Dª Carmina Belmonte Useros, reconoció por unanimidad, la extraordinaria calidad del poemario, su fuerza y lirismo, seleccionado entre otros muchos que coincidían en esta 2ª edición en su notable altura poética.
En la entrega del Premio intervino  Dª Mª Antonia Sanabria Hernández quien, fundamentando el valor del premiado con una magnífica crítica literaria, presentó al numeroso público asistente el poemario. Destacó la sensibilidad literaria del poeta. García Herrera, con la excusa de ofrecer un libro de viajes, desnuda su alma al mismo tiempo que detalla y se proyecta en cada rincón del lugar visitado, pletórico de vida en su poesía. No es este libro el primero que escribe en este sentido; Cuaderno de Britania por ejemplo evoca sus visitas a Inglaterra. Su trabajo le facilita objetivamente estos viajes, su espíritu de poeta los convierte en bellas piezas literarias.
Cuaderno de Holanda está estructurado en cuatro bloques, escritos en verso libre que otorga fluidez a la expresión : 1. En el laberinto de Ámsterdam”,  2. “Cafés y Fotografías”,  3. “Huellas en la bruma”,  4. “Tierras de agua”.
Sintiéndose a sí mismo como un extraño en Leidseplein  (Amsterdam), surgen sus versos reflexivos: “Un extraño es un hombre perdido / en la neblina de sí mismo (…) Un extraño es un hombre que recorre las calles / malgastando las arcas de su tiempo (…) Un extraño es un poeta a la deriva de la sangre” (…)
El paso del tiempo, la muerte, el amor, la memoria ("ráfagas de luz a través del túnel de la muerte"), son los temas en los que su poesía incide reiteradamente a través de sus localizaciones temporales que transmiten emociones. Todo lo engloba en el símbolo de la vida: “… por muy mal que vengan repartidas las cartas, el agua siempre halla una salida para seguir viajando / al trote sincero que propone la vid” (en “Tierras de agua”, "La vida es agua que pasa y regresa siempre" (en "Memoria de la lluvia").
Es curioso el juego de palabras que se obtiene a veces de la lectura poética oral. En "Poema en el bolsillo", hay un verso (11) que da lugar a una sustanciosa equivocación. Tras nombrar ese puñado de versos que lleva en el bolsillo el poeta, esas verdades que duda en enseñar para ser juzgadas, "para que otros descubran la fractura de hielo / que no logro disfrazar tras las palabras", escuché en su lectura en voz alta la confusión fonética, al leer "descifrar" en lugar de "disfrazar". No lo percibió el poeta, tal vez porque es un verso de ida y vuelta y tal vez contiene ambos sentidos.
Si yo entiendo que el poeta trata de "disfrazar" tras las palabras esa fractura de hielo, interpreto que el poeta trata de modificar su apariencia para que no sea obvia la realidad que se cuela entre los versos. En cambio, si yo entiendo que el poeta trata de "descifrar" con palabras esa fractura de hielo, interpreto que el poeta trata de llegar a comprender o interpretar el significado de esa fractura que fácilmente se ofrece los ojos del lector.
El poeta escribe "disfrazar". Queda dicho.
¡Enhorabuena por Cuaderno de Holanda!


martes, 1 de septiembre de 2015

Lorenzo Silva. Música para feos.

Somos feos pero tenemos la música” es el verso de Leonard Cohen que da pie al título de esta novela. El núcleo, el motor narrativo es el desarrollo de un sentimiento amoroso que  relata desde su origen una voz femenina, la de la narradora. La música (cita fragmentos de la letra de 21 canciones) está presente en cada uno de los encuentros, sirviendo de mensaje entre la pareja de personajes; la música se utiliza como metáfora de sus sentimientos amorosos. La relación avanza con esas citas de canciones que le van dando sentido.
Importa el desarrollo de los sentimientos, por eso la narradora insiste en que no va a desentrañar sus complejos sentimientos y en ningún caso se va a distraer relatando sus “batallas sexuales”.  Lo que quiero contar –dice- dejando a la imaginación y a la preferencia de cada cual los detalles concretos, son las sensaciones con que se fue armando mi convicción de que aquel hombre era el hombre
La historia resulta original y convincente. A ella la conocemos bien, en cambio la personalidad de él está rodeada de un secreto que hasta el final no se desvela, por lo que se mantiene cierto interés e intriga.
Un par de elementos narrativos me llaman la atención. El primero es el uso literal de diálogos on-line que mantienen la pareja a través de Skype, en un momento de la historia en que están alejados uno de otro. Ya tanteó este terreno Lorenzo Silva en su novela El Blog del Inquisidor (Destino, 2008) en el que se reunía el espacio virtual de Internet y el hallazgo de un blog, junto al recurso tradicional del “manuscrito encontrado” que nos remite a una novela histórica situada en tiempos de la Inquisición, en el siglo XVII (http://www.revistadeletras.net/habitos-del-hombre-actual-en-la-novela-internet-y-correo-electronico/). Sin embargo estos diálogos, por alguna razón carecen de emoción.

El segundo elemento narrativo, interesante, es la reflexión sobre la vida y la felicidad. Tal como transcurren los acontecimientos, la protagonista da su opinión sobre la vida: “Lo que cuenta es ese instante, la aventura fugaz que se nos concede, cómo la vivimos y la recordamos mientras se nos da la oportunidad” (p. 145). Lorenzo Silva disfruta contando la felicidad de encontrar a quien amar con pasión, sea cual sea el desenlace de la historia. Sin embargo insiste en el hecho de que lo narrado es pura ficción que nada tiene que ver con personajes reales. Insiste en ello porque la historia tiene un gran margen de credibilidad, y de emoción cuando plantea cómo el alma es un “amasijo de emociones” que hace que unos ojos acostumbrados a fijar el blanco tras la mira del fusil, se empañen de lágrimas. E inevitablemente el lector se conmueve ante la formulación de un dilema moral sin respuesta única. No debo decir más.

jueves, 20 de agosto de 2015

Javier Marías. Los enamoramientos

Los enamoramientos y otros estados que lo parecen
Muchas son las reseñas con las que se obsequia cada una de las novelas de Javier Marías, por lo que no la voy a caer en esa tentación. He de hacer hincapié, solamente, en su notable tendencia a la digresión, dentro del hilo de los pensamientos encadenados en las intervenciones de los personajes. La presencia de un muerto en cada una de las novelas de Marías, cuya muerte se ha de desvelar, da lugar a que el narrador se demore en pensamientos de los personajes, a veces hipotéticos, en un juego de argumentación y contrargumentación, con la finalidad de desvelar las causas, los ejecutores, y demás circunstancias que enmarcan la muerte. Además encuentra casos literarios que sirven de referencia al argumento que desarrolla, en este caso la novela de Balzac en la que el Coronel Chabert regresa de entre los muertos, en una inexplicable supervivencia, desbaratando el equilibrio afectivo que ha conseguido su mujer, porque los muertos se convierten en un recuerdo, sin regreso posible a la vida de quienes perdió.
Son estas largas digresiones precisamente, las que enriquecen la novela y, aunque ralentizan la acción, crean notable expectación en el lector. El narrador de Marías, cuando relata la historia, decide “qué revela y qué insinúa y qué calla, cuándo dice la verdad y cuándo mentira o si combina las dos y no permite reconocerlas”. Para conseguir su objetivo debe precisar el significado de las palabras, labor que desarrolla excepcionalmente. La exactitud en los términos (hacer gracia / caer en gracia, enamoramiento / encaprichamiento). Precisamente el título es clave para comprender los razonamientos del narrador y su sentido último.  
El enamoramiento “posee el atractivo de la revelación”, por lo que el enamorado se interesa por cualquier asunto que le interese o del que hable el amado, se siente apasionado por cuestiones y se fija en detalles que antes le pasaban desapercibidos. Nos ponemos a disposición de quien amamos, nos colamos en su cotidianidad con mil pretextos. El enamoramiento “es insignificante, su espera en cambio es sustancial”. Por eso, el narrador establece una precisa diferencia de concepto entre el enamoramiento y otros estados:
Nos hacen mucha gracia muchas personas, nos divierten, nos encantan, nos inspiran afecto y aun nos enternecen, o nos gustan, nos arrebatan, incluso nos vuelven locos momentáneamente, disfrutamos de su cuerpo o de su compañía o de ambas cosas (…) Hasta se nos hacen imprescindibles algunas (…). Puede suplantar el amor, por ejemplo, pero no el enamoramiento, conviene distinguir entre los dos, aunque se confundan no son lo mismo… Lo que es muy raro es sentir debilidad, verdadera debilidad por alguien, y que nos la produzca, que nos haga débiles. Eso es lo determinante, que nos impida ser objetivos y nos desarme a perpetuidad

El enamoramiento es el hilo conductor de la novela.

Hiromi Kawakami. El cielo es azul, la tierra blanca.

Una historia de amor. Premio Tanizaki en 2001
He recorrido un largo camino,
el frío penetra mi ropa gastada.
Esta tarde el cielo está despejado,
¡cómo me duele el corazón!
                       Seihaku Irako

La taberna de Satoru es el lugar de encuentro entre Tsukiko Omachi que tiene unos 40 años y el maestro Harutsuna Matsumoto de 65 años, quien le dio clase de japonés en el instituto.  Se trata del reencuentro entre dos solitarios, unidos por la cerveza y el sake, separados inevitablemente por el desfase de la edad. Ella no tenía ningún recuerdo significativo de su maestro ni le entusiasmaban sus clases, ni había vuelto a verlo. Coinciden en la taberna de la estación, beben juntos y pagan por separado. Con un desarrollo extraordinariamente lento y sin apenas tensión dramática, Tsukiko, la narradora, relata en primera persona su experiencia interior.
Esta mujer independiente, marca su actitud inconformista acudiendo sola a la taberna, bebiendo y pagándose sus copas, establece un vínculo con el maestro porque no es un hombre que impone, porque merece la pena escucharlo, porque no es una amenaza, la entretiene, desprende autoridad y prestigio y despierta en ella respeto y admiración. En principio solo le llama la atención su voz, “no era muy grave, pero tenía un matiz profundo y vibrante. Al oír aquella voz, me fijé en el hombre de que procedía”- dice Tsukiko.
Este encuentro acaba derivando en un sentimiento amoroso, una “relación formal”, la llama el maestro, “basada en el amor mutuo”:  beben juntos, escriben y leen haikus, juegan al pachinko, hacen excursiones, pero mantienen su distancia. Es una relación basada solo en el amor romántico.
Tsukiko se encuentra con su maestro solo de vez en cuando y sufre ataques de soledad. En uno de ellos entona una canción de invierno y al llegar a la tercera estrofa no recuerda los últimos cuatro compases. Antes de que se eche a llorar, aparece el maestro y completa la letra de esos compases. El título de la novela es el último verso que ella recuerda cuando la canta.
El maestro es un misterioso personaje zen, delicado, que parece establecer entre Tsukiko y su mujer fallecida una especie de karma, en el sentido de que hay una conexión con su vida anterior, algo parecido a una reencarnación, parece creer. Karma, como término budista, es comprendida como la energía que todos nos llevamos de nuestras vidas anteriores y que condiciona nuestras vidas futuras.
El maestro es la clave en el desarrollo narrativo. Casi todos los capítulos comienzan haciendo una referencia a él. Tsukiko relata, ordenado en el tiempo, el desarrollo de su aprendizaje, reflejando con ello la creencia budista de su maestro, de que la vida es un camino y hay que manejar con delicadeza esas etapas de la vida. Se representan las etapas de esta ruta en espacios simbólicos que constituyen el itinerario marcado por el maestro: el mercado, el bosque donde buscan setas, la fiesta anual del picnic de primavera, el salón de juegos, el cementerio en la isla (donde está enterrada su esposa y, en un ritual acto simbólico, el maestro cierra un ciclo y abre otro), el museo de arte, el acuario y en su cuarto (escena final). La historia transcurre con la presencia constante de las costumbres japonesas. Dado que los dos personajes principales pasan mucho tiempo juntos comiendo y bebiendo es comprensible que se nombren numerosas japonesas, más cuando se muestra  cómo disfruta Tsukiko con la comida (tofu hervido con bacalao y crisantemo, pepinos con pulpa de ciruelas saladas, rodajas de berenjena fresca con jengibre y salsa de soja, repollo condimentado con salvado de arroz, sashimi, cocido con nabo y albóndigas de pescado, oreja marina en salsa de soja con wasabi, etc.)
Muchos de los capítulos terminan con la presencia de la naturaleza, simbólica o real: un árbol, el alcanforero que susurra “ven, ven” a los pájaros que agitan sus ramas; las flores del cerezo que “parecen transparentes bañadas por la blanca luz de la luna”; el maestro y Tsukiko que siguen caminando despacio “embriagados por los efluvios primaverales que flotaban en el ambiente. La luna dorada brillaba el cielo”. Y no solo hay lirismo en la descripción de la naturaleza al final de los capítulos, sino que este lirismo enmarca el fluir de los dos protagonistas por los espacios simbólicos que constituyen la ruta del aprendizaje, que antes se mencionaban.