jueves, 26 de junio de 2014

Recordando a Ana Mª Matute

Ana Mª Matute, con treinta años, ya demuestra su talento literario y su original percepción de la realidad.
(1ª edición, 1978)
Su maestría narrativa quedó puesta de relieve en la 1ª edición de Los niños tontos (ediciones Arión, 1956), reeditada por Destino en 1978. Se trata de veintiún relatos breves, en cuyo título es necesario delimitar el significado, porque la escritora utiliza el adjetivo "tontos" en el sentido de niños distintos, soñadores, solitarios, singulares. Con esta aclaración, la colección de relatos cobra una nueva dimensión. Hay en ellos, además, una idea recurrente: los niños tienen su universo.  
Ana Mª Matute entra a formar parte de ese peculiar universo. Así  en "La niña fea" relata la muerte de una niña rechazada por fea a quien acoge la naturaleza, la tierra. Cuando muere el niño de ojos color azul oscuro en  el cruel relato "El negrito de los ojos azules", todos lo olvidan, solo lo lloran dos animales, el oso y el perro. La narradora se detiene en las distintas partes del cuerpo del niño de "El escaparate de la pastelería", para transmitirnos sus sentimientos y defiende su derecho a la fantasía. Es inquietante el relato "La niña que no estaba en ninguna parte". El protagonista de "El niño del cazador" muere, cumplir sus sueños le cuesta la vida. Y el de "La sed y el niño" sufre una metamorfosis. Y "El niño al que se le murió el amigo"es un relato de viaje iniciático; muere el amigo, él crece.
Se puede leer este relato en este enlace:

Ana Mª Matute anticipa la estética postista veinte años. Sus relatos están en la misma onda que los de Antonio Beneyto. 
Ver estudio sobre los relatos de Beneyto en:



miércoles, 18 de junio de 2014

ESPERPENTOS DIARIOS. 15. La Generación Tipex.

A "los Tipex" de 4º A
Nacen en los últimos años del siglo XX. No son la Generación "Sugus" ni la Generación de los "Incomprendidos" ni cualquier otra denominación que pudiera ser inventada por los amantes de la clasificación generacional. 
El único factor que esta generación, sin apenas excepciones, tienen en común es el uso del Tipex. Si se presentan a un examen o a cualquier prueba escrita, no se preocupan si van sin bolígrafo o si este está a punto de terminarse y los va a dejar colgados. No se apuran si no llevan pañuelos de papel, están acatarrados y su nariz gotea como una quevediana "alquitara medio viva". No tienen ningún escrúpulo en presentarse a cualquier prueba con la cabeza virgen, sin rastro alguno de haber abierto el libro.
Pero sin Típex, no. No pueden escribir ni una sola palabra si el Tipex no está a su lado. A veces le dan una utilidad añadida como soporte de microscópicas chuletas que, aunque tengas la certeza de que están ahí, es absolutamente imposible leerlas sin lupa, ellos sí, claro.
Agitan con decisión el anatómico instrumento y lo aprietan contra el folio, no debe fallar. Cubren constantemente con su Tipex o con el de su compañero -fatal error "lo he olvidado"- , palabras sobre las que no queda más resto que una manchita o manchaza blanca sobre la que, a veces, mientras se seca, olvidan escribir y queda un incompleto puzzle blanco sobre blanco.
"¿Puedo sacar el Tipex? ¿Puedo pedir el Tipex?"- son los interrogantes constantes si has pedido que lo guarden. Un fuerte lazo matrimonial, un compromiso ineludible mantienen con el dichoso artilugio devorador de palabras. Necesitan borrar, pero no pueden con Tipex, ese espacio del cerebro que incapacita para reaccionar contra la frustración que les produce el ruido que les molesta, la música de la calle que les distrae, una nota inesperada que les descoloca o una prohibición que les aturde.
Y me pregunto: ¿en sus sueños también usarán Tipex? ¿Cuando se encuentren ante puertas cerradas cubrirán con Tipex sus ilusiones? ¿Habrán pasado el Tipex sobre el siglo XX que despidieron al nacer? Con el tiempo lo sabremos.

lunes, 9 de junio de 2014

Un momento de descanso de Antonio Orejudo. Reseña

Un momento de descanso (2011) es la cuarta novela de un escritor transgresor, Antonio Orejudo, ante cuya lectura nadie puede quedar indiferente. Yo soy de las que leo sus novelas de un tirón porque me enganchan y me divierten.
La novela parte del inesperado encuentro del narrador con un viejo amigo, Antonio Cifuentes, que diecisiete años después, trae al presente la memoria del pasado, pone al día a su amigo de las peripecias vitales que le han acontecido durante esta larga desaparición y cuyas conversaciones alimentan una crítica novela sobre la universidad española, que el narrador publica permitiéndose ese “momento de descanso” que le proporciona esa pequeña traición a sus principios, esa renuncia a ser siempre íntegro.
En tres partes tituladas “Aparece un fantasma”, “Cómo me hice escritor” y  “La felicidad del hombre descansado”, construye el entorno del protagonista, un profesor universitario que, en una especie de autoficción fingida, va desgranando anécdotas que dejan muy malparadas a la universidad española y a la americana.
En una agudísima clave de humor Antonio Orejudo ficcionaliza su propia experiencia, añade fotografías y documentos que ratifican su original autoficción, cita sus novelas anteriores, creando un marco real. Sin embargo confunde al lector que no identifica al resto de los personajes, no solo porque no ha estado en las mismas universidades que en las que ha peregrinado el autor, sino también porque por sus nombres no se puede afirmar que estén puestos sin trampa y cartón: Antonio Javier Ilusión, Paco Almendra, la profesora Cerbatanas que iba a clase una vez al mes, Paco Botas que impartió clases de literatura Medieval sin que nadie advirtiera que solo era un enfermo mental, Florencio Castillejo hijo de Claudio Castillejo, el profesor J. Lelous, el nuevo amante de su exmujer.
El supuesto traidor Desmoines (en francés significa “de los monjes”), que pretendió acabar con Castillejo y hacerle desaparecer incluso de los papeles (o fue al contrario, Castillejo quiso hacer lo propio con Augusto Desmoines) tiene un significativo gran nombre, el de un importante centro norteamericano de servicios financieros y negocios editoriales que en la revista “Forbes Magazine” apareció en primer lugar de la lista de “Mejores Lugares para los Negocios”
También los lugares pasan por el tamiz del humor. Rechaza el personaje comer en el refinado restaurante “Bartleby” por su vulgar alta cocina y prefiere la taberna “Calagüela” en la calle Desengaño de Madrid donde puede disfrutar de patatas bravas y champiñones.
Todo ello produce cierto desconcierto en el lector que sabe solo lo que el autor quiere contar, sin mojarse abiertamente, si es que esos personajes reales pertenecen al entorno de Antonio Orejudo porque tal vez solo ha querido construir meros arquetipos de la universidad española. Esta actitud me extrañaría, desde luego. Admito que mi sentido del sarcasmo se vería satisfecho si pusiera cara real a esos nombres. En este sentido Orejudo traspasa las fronteras de la realidad y de la ficción atravesándolas a su antojo.
El humor de su sarcasmo se centra en elementos como el departamento de Spanish de Missouri donde Cifuentes y su esposa trabajan, con su equipamiento obsoleto y descuidado, tanto como sus colegas, la interpretación racista y xenófoba de comentarios inocuos que dan lugar a un enorme conflicto racial, los humanistas que nada tienen que aportar al mundo, empeñados en escribir textos que versan sobre otros textos, la endogamia en la universidad, los laboratorios que experimentan con gente necesitada de sobresueldo, etc.
La crítica sale de los muros universitarios para desenmascarar otros aspectos de la sociedad como la retórica de los supermercados y sus sugerencias subliminales de compras compulsivas, los programas televisivos manipulados, la incapacidad de llevar a buen término el bricolaje casero, la inversión actual de valores, la defensa de un buen uso de la lengua, etc. y tampoco se detiene el humor en las puertas de su vida personal porque su matrimonio y su especial hijo también son tratados con el prisma distorsionado del humor. 
La tercera parte de la novela se centra en la búsqueda concreta y resolución de un hecho misterioso acaecido entre dos profesores, en una lucha de poder. Los hilos se van desenredando en esta investigación de una verdad que da un giro con la información aportada por un viejo fraile de más de cien años, “ciego de canutos”, de marihuana que denominaba terapéutica que proporciona un nuevo punto de vista sobre los hechos investigados.
En resumen, no es la mejor novela de Orejudo pero maneja con tanta agudeza su humor como en las otras, con una visión muy certera de su entorno y una mirada poliédrica. Sin dejar de lado originales logros en procedimientos narrativos como los diálogos de los que, nada más comenzar la primera página de la lectura tenemos el ejemplo, el perfecto manejo de los registros de la lengua y las propias marcas tipográficas cuando se trata de resaltar algún aspecto -oral o no- de la misma. 

sábado, 7 de junio de 2014

Espiritualidad en tiempo de crisis

5 junio 2014. Interesante acontecimiento. Se reúnen en el Salón de Actos de la Diputación de Albacete cuatro maestros espirituales presentados por Javier Avilés, sacerdote católico, licenciado en teología y Master en Filosofía, quien propone una espiritualidad que hunde sus raíces en la tradición bíblica pero abierta a la comprensión de lo espiritual como crecimiento integral de la persona.
Cada uno presenta su camino espiritual. Son cuatro tradiciones, cuatro búsquedas. Es una comunión de experiencias. Parece urgente hablar de espiritualidad en tiempo de crisis, en tiempos en que la humanidad está herida. Hay caminos diferentes, aunque ciertamente son mucho más próximos de lo que pueda parecer. Cada camino hace hincapié en un hallazgo, por eso hay diversidad de caminos. El peligro de pensar que un solo camino conduce a la felicidad es una interpretación exclusivista y dogmática absurda. El peligro del elitismo es creer que la búsqueda espiritual me hace único y distinto: "¿Cómo es que ya encontraste toda la verdad?"
Por eso se proponen estas cuatro experiencias de los cuatro maestros espirituales.
ELIEN ORTEGA, venezolana, descendiente de chamanes y sanadores espirituales. Habla pausadamente de que "Amar es comprender". Si nos amamos a nosotros mismos amamos a los demás. Cuando no puedes comprender te sientes solo, abatido. Propone una reflexión acerca de una metáfora: no importa el tamaño del árbol, volverá a ser semilla.

TEUCTLI (Inocente Morales Baranda), de la tradición chichimeca, que en lengua nahualt recita mensajes de paz: 
         "Y me dijeron loco,
         respiré con tranquilidad.
         ¡Loco, pero no estúpido!"
Pregunta: "¿Cómo no voy a ser feliz si todo lo que me rodea es hermoso? Yo soy tú, tú eres yo ¿cómo puedo ir en tu contra?"

SUN JUNQING, sucesor directo de la 19ª generación de la Escuela Taoísta Wutang Longmen y de la 25ª generación del Tao Qi Gong fundada por Lao-tze. Convencido de que el Chikung es patrimonio de la humanidad, difunde su enseñanza y su práctica. 
Hace una reflexión sobre las enfermedades físicas, de origen genético, que no se pueden cambiar. Al lado de ellas las que denomina "enfermedades de costumbre: la sangre con grasa que debe tratarse con baños de agua caliente; el frío, la mala alimentación, el sedentarismo en el sofá, etc. producen enfermedades graves. Si no estiramos la columna, la sangre no riega la cabeza. Si no limpiamos el organismo, se llena de residuos. Si perdemos la temperatura del cuerpo, perdemos la energía. 

BRAHMASHI PATRIJI: de la India, creador de un movimiento no religioso. Propone la meditación anapanasatie, la elección del vegetarianismo y el ayuno. 
Todo el sufrimiento de los seres humanos procede del sufrimiento que infligimos al reino animal. Es necesario, mediante la meditación, fortalecer la mente cuya consecuencia inmediata es fortalecer el cuerpo. Dormir es guardar silencio; se recupera la energía, se refresca el cuerpo, pero la mente está activa. meditar es descansar la mente; se refresca la mente y el alma.

Estas son algunas de las ideas expresadas por los cuatro maestros espirituales: sin exclusivismos, sin dogmatismos, sin elitismos.

Gracias al Instituto de Salud y Conciencia de Albacete que en su comentario ha facilitado el enlace de video completo del evento. Se incluye a continuación:

lunes, 2 de junio de 2014

Seda salvaje de Eloy Tizón. Reseña


Cae circunstancialmente en mis manos Seda salvaje, (novela finalista Premio Herralde 1995) de Eloy Tizón, que leo con atención. Es una novela corta que transcurre durante los meses previos a la celebración de la boda entre Fátima y Seoane, el yo narrativo.
Describe la obsesión del narrador, “yo era un niño intrigado que espiaba en la escalera”, dominado por la curiosidad por las vidas ajenas, tanto que trabaja en una aseguradora lo que le permite acercarse impunemente a la intimidad de los demás. “Me fascinaba, al enfrentarme a una reunión laboral con varias personas, tratar de averiguar por alguna menudencia las relaciones escondidas que mantenían” (p. 16)
 Contrata un detective privado para vigilar a su novia Fátima, pero algo ocurre que trastoca sus intenciones de manera que el detective entra en su vida del mismo modo que él entraba en la de los demás. Se convierte en el espía espiado.
Su obsesión se revela constantemente en la novela, no solo por el desarrollo de la acción en busca siempre de respuestas a secretos sino también en pequeños detalles de su comportamiento. Así lo vemos, conmovido, hundiendo la vista en los objetos que hay en un bolso, un cofre de tesoros cuya propietaria va esparciendo fuera mientras es observada, “Yo no me movía, no respiraba, me encontraba desarmado ante ese voluntario strip-tease” hasta que pone el bolso boca abajo y el yo narrativo siente “la cercanía de una explosión orgiástica” (p. 82). La dueña del bolso, Betania, le permite recoger esos “rescoldos de su vida” y volverlos a meter dentro, dando lugar al comienzo de una relación amorosa que va a durar veinte días, con sus encuentros en la habitación de un humilde hotel de techos “color rosa ácida” (p. 86) donde consumen su “hora de lujuria
Mientras él, Seoane, mantiene este efímero vínculo, Fátima lo mantiene con un desconocido joven que va a visitar a escondidas al hospital, del que apenas sabemos nada. Y entre ambos, el investigador que entra y sale de la vida de todos.
En la novela, según transcurre su desarrollo, aun cuando no hay tensión narrativa, crece el interés del lector y crece la sorpresa ante el uso de una prosa creativa brillante en la que las metáforas sorprenden. La imagen de “chica mentolada” de Fátima, la visión de su cabello cortado le parece al narrador “estar admirando la cola de un cometa privado de su rumbo” (p.62), describe al detective Sagunto  como el hombre “que vivía solo, cocinaba solo, dormía solo, como si exudase aislamiento y el tufo de la soledad afectase a la manera de un ácido a los objetos del cuarto” (p. 64). El amor de la pareja adopta tintes negativos; el narrador comenta que fue para su novia Fátima solo “un mal cristal, un vidrio roto, empañado, con aristas sanguinarias” porque cree que Fátima si “se asomó a mí esperando disfrutar un horizonte soleado solo pudo distinguir un camerino en desorden con vistas al matadero”.
Hay una “intensidad lírica” en esa búsqueda del protagonista de respuestas a secretos, a conspiraciones que cree ver en los otros. Somete a la vigilancia de un detective privado a su novia, en busca de respuestas que nunca llegarán porque el desenlace se acelera antes de aclararlas. Queda pues, en el aire, sin resolver, la razón de las escapadas de Fátima y sus visitas al convento, incluso la escena que precipita el final, en la que la novia huye, en medio de su boda, en busca de un estuche enterrado que contiene su rubia cabellera.
Eloy Tizón sabe manejar muy bien el lenguaje. Veamos una de las escenas de tono irónico en la que consigue dar una curiosa sensación de movimiento entre dos personajes torpes y al mismo tiempo tan reales, dos “títeres de guiñol con las camisas planchadas, movidos por los hilos de una asamblea invisible”:
Forcejeamos con el estuche de Fátima y saltaron por los aires el pelo y la pistola. Primero tuve yo el revólver y luego lo tuvo Sagunto. Cayó el revólver. Agarré la pistola. Me quitó la pistola. Recuperé el ramo. La tuvo él, blandiéndola ante mi vista. La acaparé yo, aquella forma de hierro, de gelatina, sin saber qué hacer con ella. Me apuntó con el ramo. Le amenacé con la trenza. El ruido del mar fue en aumento.” (p. 139)
La novela en suma, es tan obsesiva en la repetición de situaciones como obsesiva es la personalidad del yo narrativo. Por eso apenas hay tensión dramática y por eso sorprende el inesperado desenlace.



Chanson Française. Diciembre 2013

Homenaje a Georges Moustaki organizado por la asociación Amigos del Jazz de Albacete. Un largo recorrido por los rincones del alma estremecida por la música de Édith Piaf, Jacques Brel, Charles Aznavour, Gilbert Bécaud, Françoise Hardy, Georges Moustaki, Barbara y tantos otros que nos acompañaron en los años 70 y 80 y educaron nuestra sensibilidad.

Música instrumental  "manouche"(Reinhardt) por Mr. Swing  
L' âme des poètes (Trenet) por ComboArte

Tous les garçons et les filles (F.Hardy) por ComboArte
L'aigle noir (Barbara) por ComboArte
Les yeux noirs (Reinhardt) por Le Petit Swing
La bohème (Aznavour) por CombinaDos
Sous le ciel de Paris (Dréjac) por Le Petit Swing

Le temps de vivre (Moustaki) por ComboArte
Le métèque (Moustaki) por ComboArte
Parlez-moi d'amour (Lenoir) por Elisa Belmonte