Y lo mismo he hecho con el champú, este con un tapón fácilmente desenrroscable, un envase muy cómodo de usar (empujo con la palma de la mano y cae el chorrito de champú). Esta actividad ha sido fácil. Cuando he terminado, en mi ducha había una explosión de colores, porque en ese envase transparente, de champú asimismo transparente, ha caído champú azul y champú amarillo, y no se han mezclado los colores sino que se han sobrepuesto en pisos de artísticos colores, en el mismo orden en el que entraban. Otra cosa será cuando me lave el cabello con ellos.
domingo, 26 de febrero de 2012
ESPERPENTOS DIARIOS. 2. Siempre hay excusas para hacer bobadas
Y lo mismo he hecho con el champú, este con un tapón fácilmente desenrroscable, un envase muy cómodo de usar (empujo con la palma de la mano y cae el chorrito de champú). Esta actividad ha sido fácil. Cuando he terminado, en mi ducha había una explosión de colores, porque en ese envase transparente, de champú asimismo transparente, ha caído champú azul y champú amarillo, y no se han mezclado los colores sino que se han sobrepuesto en pisos de artísticos colores, en el mismo orden en el que entraban. Otra cosa será cuando me lave el cabello con ellos.
sábado, 25 de febrero de 2012
El exilio republicano de 1939 y la segunda generación
Con este título, la editorial Renacimiento acaba de publicar un grueso volumen, editado por Manuel Aznar y José Ramón López García, en el que se rinde homenaje a la "segunda generación", la de los"niños de la guerra" que tuvieron que abandonar España a causa de la Guerra Civil Española. Son los hijos de los exiliados, los niños que no eligieron destino. De los lugares donde crecieron, recibieron una nueva cultura que les hizo ocupar un espacio fronterizo entre dos mundos. El Grupo de Estudios del Exilio Literario (GEXEL) celebró su Cuarto Congreso Internacional en diciembre de 2009, en la Universidad Autònoma de Barcelona (UAB). Allí se reunieron no solo los estudiosos y críticos literarios sino alguno de los protagonistas de este exilio, que ofrecieron su voz, su testimonio, en primera persona, y explicaron detalles de sus biografías y se demoraron aclarando cómo vierten sus experiencias en creaciones literarias: Federico Patán en su novela Último exilio (1986), Maruxa Vilalta y su obra dramática, Roberto Ruiz en su relato El cruce del Ebro, Tomás Segovia con un relato inédito, El acorazado, Fernando Aínsa, Aitana Alberti, María Álvarez del Vayo, Enrique Cerdán Tato o Ángel Gutierrez, todos ellos desconocidos en la Historia de la Literatura Española.
El profesor Jacques Issorel fue el experto guía del "Itinerario machadiano" por Colliure. De él conservo un interesante libro titulado "Colliure 1939. Últimos días de Antonio Machado. Con una selección de poemas escritos a Antonio Machado exiliado", edición bilingüe que se lee en francés y en español. Allí se narran curiosas anécdotas. Leemos por ejemplo que Machado fue enterrado primero en un panteón propiedad de una familia amiga de Madame Quintana, a la espera de que su país, España, lo reclamara; pero los acontecimientos que siguieron a la guerra no favorecieron que fuera posible, y cuando la familia francesa necesitó el lugar que ocupaba en su panteón, se hizo un llamamiento para poder trasladar al poeta y a su madre, que murió tres días después que él, a una tumba digna. La respuesta fue multitudinaria: el Ayuntamiento de Colliure donó el terreno donde se construyó una sencilla tumba con los donativos que venían del mundo entero (Pablo Casals, Albert Camus, André Malraux, René Char, etc.) y que ascendieron a 413.570 francos antiguos. El 15 de julio de 1958 se trasladaron los restos mortales de Antonio Machado y de su madre Ana Ruiz al lugar donde reposarán para siempre.
Asistimos además a una representación teatral, Último viaje de Antonio Machado, entrañable y emotiva obra de Marco Canale que recrea los últimos días de la vida del poeta en Colliure. Escuchamos los testimonios de Serge Barba y de Carmen Negrín. La velada concluyó con la visita a la tumba de Antonio Machado sobre la que se depósito un centro de flores tricolor.
Foto: E. García de León |
Foto: E. García de León |
Foto: E. García de León |
Foto: E. García de León |
Foto: E. García de León |
Foto: E. García de León |
viernes, 24 de febrero de 2012
Venecia desde otra perspectiva
viernes, 10 de febrero de 2012
Crematorio de Rafael CHIRBES
lunes, 6 de febrero de 2012
DICKENS. Bicentenario


Pero a mí me llama extraordinariamente la atención el libro que Impedimenta editó hace años, Para leer al anochecer (2009), en el que se recogen trece de las más conocidas y terroríficas historias de fantasmas escritas por Dickens, tan aficionado a lo sobrenatural, incluso en sus novelas largas como Grandes Esperanzas o en Canción de Navidad.
Son los siguientes relatos: “El fantasma en la habitación de la desposada”, “El juicio por asesinato”, El guardavía”, “Fantasmas de Navidad”, “El Capitán asesino y el pacto con el Diablo”, “La visita del señor Testador", ”La casa encantada”, "Cuatro historias de fantasmas", "La historia del retratista", Pálpitos confirmados", "El niño que soñó con una estrella", etc.
Un interesante contraste entre el progreso representado por el tren y las creencias representadas por la presencia del fantasma. El desarrollo del hombre y el progreso son precisamente quienes traen la muerte que el espectro, que representa la superstición y el atraso, trata de anunciar. Lo real y lo sobrenatural se encuentran en el entorno cotidiano del guardavías, dando lugar a una alteración sicológica del lector que siente el mismo miedo real, que siente el protagonista, ante la posibilidad de que alguien nos anuncie la muerte. Y esta alteración hace que el miedo no se acabe tras la lectura sino que persista en la memoria.
Precisamente es el fantasma de Pacto con el fantasma quien considera la memoria como "el veneno de (su) existencia" y así convence al profesor Redlaw, a quien agobia y entristece el recuerdo de sus desgracias. "¡Si pudiera olvidar, olvidaría!"- exclama, "toda memoria humana está cargada de tristezas y de inquietudes", e inmediatamente, utilizando la facultad de escoger que el fantasma le permite, acepta el pacto: "Sí, acepto el pacto. ¡Sí! ¡Quiero olvidar mis amarguras y pesadumbres!". Sin embargo, las cosas casi nunca son como uno espera, y William Redlaw desea romper el pacto.No es este el desenlace del relato, pero la ayuda de otro personaje ayuda a restablecer el equilibrio perdido. El relato termina con la observación de un retrato, bajo el cual figura un lema: "¡Señor, conservadme la memoria!"
Lo cotidiano vuelve a recuperar el equilibrio que se ha roto con la intervención de lo sobrenatural. Dickens vuelve a mostrar su habilidad con la trama del relato y sus recovecos.