jueves, 16 de febrero de 2017

Instrumental de James Rhodes.


Una autobiografía impactante

Con la recomendación de que lo leyera, me regalaron este libro sin más explicación. ¡Música! ¡Una autobiografía de un pianista de 39 años!
El primer capítulo (con la precisión “la música me la pone dura” despertó mi interés pero interpreté erróneamente su significado. Una hipérbole positiva-pensé. Nada más lejos de la realidad). Todos los capítulos comienzan con una explicación de una composición musical clásica para piano, de la que el autor relata alguna anécdota, de la propia composición o de su autor, despertando sin duda el interés del lector. Nunca antes había leído una reflexión sobre la música asociada a un relato vivencial. Siempre ha sido al revés. La música era la que acompañaba al relato. En este libro, no. Esa originalidad resultaba muy atractiva.
Encantada comencé a leerlo pero llevaba solo dos feroces páginas cuando el escalofrío se apoderó de mí. Esa música era la que oía mientras su profesor de boxeo “abusaba” de él. “No es abuso cuando un hombre de 40 años te viola y te convierte en  su juguete”, esa palabra se queda corta. También llorar –cuenta- se la pone dura.
El libro, donde narra su calvario, sufrió un embargo judicial tras la denuncia de su ex-mujer, que consideraba que lo explícito, escabroso y sórdido de las descripciones y la dureza del lenguaje agresivo y directo del texto, podría herir a su hijo. El Tribunal Supremo, después de un largo proceso judicial, autorizó su publicación con la explicación siguiente en la sentencia: “Una persona que ha sufrido del modo en que el apelante ha sufrido y que ha luchado para hacer frente a las consecuencias e su sufrimiento de la forma en que él ha luchado, tiene derecho a hablarle al mundo sobre todo ello.”
Su autobiografía se compone de violaciones (desde los siete años), drogas, alcohol, autolesiones, intentos de suicidio, psiquiátricos, pérdidas y rupturas. Todo lo cual pone de relieve la fragilidad del ser humano y la milagrosa superación de esta terrible existencia gracias a la música. El deseo del autor de que el libro “ojalá sirva para que otros aprendan de él lo que nunca debería experimentar un ser humano”, me trae a la memoria el didactismo del Arcipreste de Hita en el Libro de Buen Amor, en el que bajo la intención de invitar al lector a practicar el “buen amor”, explicita con jugosas anécdotas medievales en que consiste el “loco amor”, ese que deben evitar los lectores a quienes se está aleccionando. Me lo recuerda solo por la intención didáctica, nada más, porque el contenido de Instrumental no despierta ni una leve sonrisa. He tardado en leerlo porque tenía que respirar y rehacerme del impacto de lo leído, antes de continuar con el capítulo siguiente.
“Me violaron a los seis años. Me internaron en un psiquiátrico. Fui drogadicto y alcohólico. Me intenté suicidar cinco veces. Perdí la custodia de mi hijo. Pero no voy a hablar de eso. Voy a hablar de música. Porque Bach me salvó la vida. Y yo amo la vida”- son las tremendas palabras del autor, James Rhodes, en la contraportada del libro.
La composición musical que inicia cada capítulo, está unida y relacionada a alguna situación de su vida que no relata linealmente sino que a veces avanza en el tiempo, a veces retrocede en esta durísima cadena de confesiones: victimismo, tristeza, autodestrucción… en la que también cabe el amor, la amistad y la vida. Y sobre todo ello su pasión terapéutica por la música y el piano. J. Rhodes transmite al lector la pasión de su vida, la música
A pesar del orden en capítulos de la obra, hay dos partes bien diferenciadas: la que habla de la música, derribando prejuicios, y la que habla de su vida, confesión con la que se desahoga, ambas perfectamente imbricadas.
Como anuncia la propaganda comercial:

Instrumental’ no os dejará indiferentes: lo odiaréis o lo amaréis.

Pero tenéis que leer el libro.



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