Desde el comienzo de esta novela en primera persona, los
sentimientos del lector afloran a la par que los del personaje. El joven
huérfano no tiene más contacto con el mundo que su cuartucho en el orfanato;
por eso es capaz de describir el colegio y su maestro como algo sorprendente: “
Era algo hermosísimo un hombre que les
explicaba a los niños los números, los años de la historia, los lugares de la
geografía”. Es un colegio en que conviven pobres y ricos pero con grandes
diferencias sociales, los pobres reciben un trozo de pan con mermelada de
membrillo a media mañana, llevan en primavera la cabeza rapada para evitar
piojos, secan la tinta de la plumilla soplando, etc., mientras los ricos traen
su bocadillo de casa, conservan el pelo y secan la tinta con papel secante.
Incluso en este último acto, Erri de Luca carga la acción de sentido poético;
el gesto de los pobres era más hermoso, “levantaba
viento sobre la hoja extendida” mientras que los ricos “aplastaban las palabras bajo la cartulina
blanca”.
En el aprendizaje vital de este huérfano está don Gaetano también
huérfano, quien le enseña a jugar partidas de cartas en su portería, cuyo
cristal “era una lupa de filatélico”
y lo educa con profundas reflexiones. Y el librero don Raimondo con quien
despierta su pasión por la lectura, para quien “el vacío de cara a una pared, dejado por una librería vendida, es el
más profundo que conozco”.
Culmina cuando cuaja el
descubrimiento del amor y del sexo, cuando explotan las emociones, cuando se concluye el
relato de la rebelión de Nápoles que acaba con la ocupación alemana. Es
entonces cuando deja atrás la adolescencia y comienza una nueva etapa en la que
tiene cabida la violencia, la emigración.
El título de la novela se explica apenas empezamos a leerla (p. 26)
Es el judío que esconde don Gaetano de los alemanes quien le encarga que tire
una piedra al agua en su nombre, por si él no puede hacerlo en su fiesta de fin
de año judío, en septiembre. Con este gesto se libera de sus culpas y empieza
un año nuevo. Ojalá, dice, “que hoy sea
el día antes de la felicidad”. Y
repite la idea en otros momentos de la novela, que son realmente precursores de
la felicidad.
Son muy interesantes las reflexiones que se desgranan a lo largo
de la historia: “La taberna es mejor que el
teatro, en cada mesa hay una comedia. Tragedias no, en la taberna solo hay
representaciones ligeras, quien tiene problemas graves por allí no aparece”.
“La libertad tiene uno que ganársela y
defenderla. La felicidad, no: es un regalo, no depende de si uno es un buen
portero y para los penaltis.”
Y no solo las reflexiones, los diálogos de amor, entre el joven
sin nombre y su amada, deuda pagada a la infancia, son tan espontáneos, tan
frescos, y tan originales que el lector se entrega a ellos sin reparos.
Incluso las expresiones napolitanas que, sobre todo al final
abundan, tiene un sentido insustituible y perfectamente claro. En conjunto el
relato es desordenado, no sigue un hilo cronológico. Son los dos personajes, el
muchacho y don Gaetano quienes sirven de hilo conductor. No hay capítulos sino
secuencias de la vida de estos personajes, sentimientos, acciones, reflexiones
y un interesante marco narrativo.En suma una novela muy interesante.
1 comentario:
Lo tendré en cuenta, querida amiga. Feliz verano. Un abrazo fuerte.
Matilde.
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