lunes, 6 de julio de 2015

El día antes de la felicidad de Erri de Luca

Desde el comienzo de esta novela en primera persona, los sentimientos del lector afloran a la par que los del personaje. El joven huérfano no tiene más contacto con el mundo que su cuartucho en el orfanato; por eso es capaz de describir el colegio y su maestro como algo sorprendente: “ Era algo hermosísimo un hombre que les explicaba a los niños los números, los años de la historia, los lugares de la geografía”. Es un colegio en que conviven pobres y ricos pero con grandes diferencias sociales, los pobres reciben un trozo de pan con mermelada de membrillo a media mañana, llevan en primavera la cabeza rapada para evitar piojos, secan la tinta de la plumilla soplando, etc., mientras los ricos traen su bocadillo de casa, conservan el pelo y secan la tinta con papel secante. Incluso en este último acto, Erri de Luca carga la acción de sentido poético; el gesto de los pobres era más hermoso, “levantaba viento sobre la hoja extendida” mientras que los ricos “aplastaban las palabras bajo la cartulina blanca”.
En el aprendizaje vital de este huérfano está don Gaetano también huérfano, quien le enseña a jugar partidas de cartas en su portería, cuyo cristal “era una lupa de filatélico” y lo educa con profundas reflexiones. Y el librero don Raimondo con quien despierta su pasión por la lectura, para quien “el vacío de cara a una pared, dejado por una librería vendida, es el más profundo que conozco”.
 Culmina cuando cuaja el descubrimiento del amor y del sexo, cuando  explotan las emociones, cuando se concluye el relato de la rebelión de Nápoles que acaba con la ocupación alemana. Es entonces cuando deja atrás la adolescencia y comienza una nueva etapa en la que tiene cabida la violencia, la emigración.
El título de la novela se explica apenas empezamos a leerla (p. 26) Es el judío que esconde don Gaetano de los alemanes quien le encarga que tire una piedra al agua en su nombre, por si él no puede hacerlo en su fiesta de fin de año judío, en septiembre. Con este gesto se libera de sus culpas y empieza un año nuevo. Ojalá, dice, “que hoy sea el día antes de la felicidad”.  Y repite la idea en otros momentos de la novela, que son realmente precursores de la felicidad.
Son muy interesantes las reflexiones que se desgranan a lo largo de la historia: La taberna es mejor que el teatro, en cada mesa hay una comedia. Tragedias no, en la taberna solo hay representaciones ligeras, quien tiene problemas graves por allí no aparece”. “La libertad tiene uno que ganársela y defenderla. La felicidad, no: es un regalo, no depende de si uno es un buen portero y para los penaltis.”
Y no solo las reflexiones, los diálogos de amor, entre el joven sin nombre y su amada, deuda pagada a la infancia, son tan espontáneos, tan frescos, y tan originales que el lector se entrega a ellos sin reparos.
Incluso las expresiones napolitanas que, sobre todo al final abundan, tiene un sentido insustituible y perfectamente claro. En conjunto el relato es desordenado, no sigue un hilo cronológico. Son los dos personajes, el muchacho y don Gaetano quienes sirven de hilo conductor. No hay capítulos sino secuencias de la vida de estos personajes, sentimientos, acciones, reflexiones y un interesante marco narrativo.En suma una novela muy interesante.

1 comentario:

Arte en Madrid. Tíltide dijo...

Lo tendré en cuenta, querida amiga. Feliz verano. Un abrazo fuerte.

Matilde.