viernes, 22 de noviembre de 2013

Elena Poniatowska, Premio Cervantes 2013


Elena Poniatowska acaba de obtener el Premio de Literatura en lengua castellana, Miguel de Cervantes 2013, concedido por su "brillante trayectoria literaria y una dedicación ejemplar al periodismo siempre desde un firme compromiso con la historia contemporánea". Será el próximo 23 de abril el momento en que reciba el Premio y los honores que conlleva.
Destacaré un par de novelas, y una pequeña reflexión sobre ellas: La piel del cielo y Leonora.

La piel del cielo (Premio Alfaguara de novela 2001) es la historia de Lorenzo, un muchacho cuyo principal objetivo es "viajar en tren para ver dónde termina el mundo" (p. 29). La novela relata la peripecia vital, el crecimiento personal de Lorenzo.
Desde el comienzo se rastrea la huella del realismo mágico, cuando muere su madre: "Lo peor que Florencia pudo hacerle a sus hijos fue morirse. Una noche, sin mas, una mariposa negra voló dentro de la recámara y, a los diez minutos, Florencia ya no respiraba" (p. 18).  Las mariposas negras volverán a revolotear más adelante.
Aunque el protagonista desea dedicarse al mundo de las ideas, en su primera juventud se ve arrastrado por el torbellino de las sensaciones, en la persona de Lucía Aramburu, de cincuenta años, que juega al bridge con su tía Tana la tarde de los jueves, y a quien acompaña a su casa a instancias de su tía. Allí despiertan sus sentidos que, endulzados, le hacen exclamar tiernamente: "Qué hermosa, Dios mío, qué hermosa. El que ella no lo creyera solo la hacía más deseable. Tonta, tontita, linda tontita, si eres lo mas bello que he visto, Iztaccíhualt, Popocatépetl, Pico de Orizaba, Nevado de Toluca, cráter de miel y uvas negras" (p. 50). Sin embargo, también adopta la postura opuesta cuando pierde a Lucía, asesinada, y desencantado, convence a su hermana, preñada sin marido, de que "el amor ejerce un control tremendo sobre la vida. Te aprisiona, te introduce en un túnel del que es imposible salir" (p. 75). A partir de este instante, la estúpida vida diaria en la que se siente inmerso, le mantiene en un constante estado de irritación.
Elena Poniatowska, con un exquisito dominio de los recursos de la lengua, se vuelca, a veces, en la precisión de las descripciones. Así, para retratar la visión negativa de la realidad solo necesita una expresionista metáfora, "los caseríos parecían vientres que exponen intestinos" (p.100), para relatar a continuación cómo el protagonista, dominado por esa visión de la realidad, busca su salvación pensando en la bóveda celeste, y sus deseos se cumplen cuando, por casualidad, tropieza con quien pone a su disposición  un magnífico telescopio desde el que observa, por primera vez, la estrella Sirio, la Osa Mayor y Andrómeda. La vida del muchacho cambia en este mismo instante. Poco a poco, los fenómenos celestes se integran en su vida cotidiana, hasta "en un par de maderos cruzados veía una estrella o los ejes de una explosión de supernova". Empezaba a ser feliz, y, según relata la escritora, su extraordinaria agilidad mental parecía proceder de su interior, tal vez herencia de los superiores conocimientos astronómicos y matemáticos mayas.
Al lado del personaje, discurren descripciones de la espectacular belleza de México, contradictorio país en el que, junto a la miseria, crece el exceso polícromo ultrabarroco, que trasluce el horror al vacío. Y la novelista inserta comentarios críticos, con cierta ironía ("¿quienes eran los bárbaros, los españoles o los aztecas?"(p.153), acerca de la barbarie española que impuso su religión y sus iglesias católicas, sobre pirámides de superior construcción y sorprendente proporción matemática.
Es pura sensualidad la descripción que le produce el decorado de la cúpula de una capilla mexicana, cuando accede al interior: "...sintió que entraba a una naranja. El zumo asoleado y caliente, escurría de los gajos de oro, la miel de las piñas, el rojo de las sandías, la glotonería abultaba el frutero y el frutero era esta capilla que desde lo alto vaciaba piñas y melones, uvas tan desmedidas que parecían higos, plátanos erguidos en su desfachatez, flores carnívoras de pétalos voraces" (p.196). La Virgen que se adoraba en la capilla surtía de frutas, como por encantamiento, a sus fieles.
Frente a este exceso, se presenta la ciencia con su saber empírico, la astrofísica. El protagonista  llega a ser un extraordinario astrofísico, reconocido internacionalmente. Y la filosofía está también presente en los debates que mantiene con sus colegas, ciencia /filosofía, "la astronomía procura resolver dudas acerca de la naturaleza física del universo, mientras que la filosofía las formula" (p. 216), Incluso en ocasiones, alguno de los personajes, valida el poder de lo esotérico y de la meditación trascendental. Y parejo al imparable placer que obtiene de la ciencia, leemos acerca del desamparo que su vida amorosa, esporádica e improvisada,  le causa. Varias mujeres comparten su fluir vital, su madre, sus hermanas, su tía, hasta sus esporádicas amantes. Cada una de ellas está caracterizada con maestría, y cada una es distinta y obviamente, poco duradera. Son "mujeres de paso" porque la única razón de su vida es la ciencia. Las mujeres le parecían "una sucesión de bolsas que fabricaban niños no deseados. (...) Bolsas. Cargadas, se llenaban de leche y se vaciaban en sangre y humores. Blandas. Hincadas en medio de las sábanas esperaban la salvación" (p. 263). Con esta percepción difícilmente podía establecer una relación y crear una familia. La obsesión por el tiempo que podía perder en ello le paralizaba cualquier deseo, aunque llega para él un momento en que siente algo nuevo, "vive dentro de mí, pienso en ella a todas horas" (p. 293)
Es en suma, una novela muy interesante, llena de referencias históricas y culturales, y con un atractivo mosaico de personajes complejos y muy distintos unos de otros.



Leonora es la novelización, la biografía vital novelada de la pintora surrealista Leonora Carrington, publicada por Seix Barral (ganadora del último premio Biblioteca Breve de Novela de la editorial Seix Barral, 2011). "Lo que no podía escribir lo pintaba", resume la escritora Poniatowska. En el enlace que a continuación se incluye, del Club de Lectura de la Cadena Ser, se hace una presentación biográfica de Leonora, y de las anécdotas que acompañan sus 94 años. Se resalta el carácter reivindicativo de esta mujer que se anticipa a su época y toma sus propias decisiones.
Por fin destacamos la entrevista que se hace a la autora quien relata con ternura su amistad con esta gran mujer. El audio tiene una duración de 27:36' (los dos últimos minutos presentan el siguiente libro de este Club de Lectura)
                                         

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