viernes, 22 de mayo de 2015

Lo peor ya ha pasado. Relatos de Eduardo Carrasco


El título del libro de Eduardo Carrasco procede del título de uno de sus relatos que tras su apariencia de entretenido retrato de lo cotidiano, esconden las carencias de la realidad, que les otorgan un sentido de lo insólito, de lo inquietante, que engancha sin remedio la atención del lector.
Victoria Reolid fue la encargada de la presentación de Eduardo Carrasco. Comenzó con un resumen biobibliográfico del periodista-escritor, comentando con fina agudeza los relatos contenidos en anteriores publicaciones.
Incluyo a continuación, con su permiso, las reflexiones que desgranó acerca de este libro de relatos, con las que discurrió esta velada literaria:
Y en su tercer libro Lo peor ha pasado que es del que Eduardo viene a hablarnos esta tarde, encontramos los temas que acabo de mencionar (la especulación, relaciones de pareja, miedo al fracaso, deseos insatisfechos, violencia juvenil, infidelidad, temor al compromiso...) junto a una de las preocupaciones que todos tenemos en este momento, la crisis, que inspira cuentos como el que da título al libro, cuyo final resuelve Eduardo con la ironía y el fino sentido del humor que le caracteriza.
Relaciones periodismo-literatura.
 Volviendo a la formación periodística de Eduardo,  podemos plantearnos el  debate clásico ¿dónde acaba el periodista y empieza el escritor? La respuesta es obvia. La literatura está plagada de ejemplos de magníficos escritores que se iniciaron en el periodismo y derivaron hacia la literatura  o bien simultanearon ambas actividades… Mariano José de Larra, Benito Pérez Galdós, Gabriel García Márquez… la lista sería interminable,  el propio Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, quien, en su excelente ensayo La verdad de las mentiras, a propósito de la literatura y la realidad que en ella se ve reflejada,  afirma que “cuando abrimos un libro de ficción, acomodamos nuestro ánimo para asistir a una representación en la que sabemos muy bien que nuestras lágrimas o nuestros bostezos dependerán exclusivamente de la buena o mala brujería del narrador para hacernos vivir como verdades sus mentiras y no de su capacidad para reproducir fidedignamente lo vivido”. Y así es, la realidad transformada en mentira, que es la  esencia propia de la literatura, nos es ofrecida por  Eduardo en sus relatos con una prosa clara,  precisa,  en la que cada idea o cada emoción que quiere comunicarnos encuentra la expresión adecuada porque utiliza las palabras exactas para transmitirnos con eficacia la historia que cuenta . Y esto es así porque estamos ante el libro de un periodista y de la forma de entender el mundo de un periodista, abordando la multiplicidad de aspectos que conforman la naturaleza humana y contándolos de manera amena, clara y entendible para todos, por eso,  la faceta literaria y periodística están íntimamente ligadas en su obra.
Lo peor ya ha pasado.
Vaya por delante que  libros como el  que esta tarde presentamos, en palabras de Javier Orrico, “demuestran que la literatura no sólo no ha muerto, sino que parece gozar de muy buena salud. Lo mejor se está escribiendo en medio del silencio mediático, publicado por pequeñas editoriales y, en muchos casos, sufragado por el propio autor” porque “depender  de las instituciones es lo peor que le puede pasar a un artista, pues cuando las instituciones quiebran, quiebra en apariencia el arte. (…) Todo esto, la existencia de este movimiento que podríamos llamar la literatura discreta, da cuenta de la vocación, la lealtad y la libertad con que este movimiento literario va enfrentándose a una literatura bestsellérica que no es más que el eterno retorno de la literatura de evasión al pasado que producen siempre las crisis. Sobre todo las crisis éticas, los cambios sociales que nos dejan sin amparo, la desazón y la insatisfacción que llevan a la búsqueda de nuevos modelos de ideas y sentimientos que puedan colmar esa angustia. (…) Esta literatura discreta es, hoy, el último bastión de una idea de la literatura –la de que es ante todo lenguaje, y es su trabajo con esa materia la única razón de ser del escritor- contra el maremoto tecnológico y de los medios basura (…) y sin saberlo y, a veces, sin quererlo, los solitarios de esta literatura discreta son la última empalizada en defensa de la individualidad y de la dignidad del creador que se rebela contra la imposición de un gusto prefabricado.
 Las historias que nos ofrece Eduardo indagan en la realidad, seleccionando un amplio muestrario de lo que actualmente constituye nuestro día a día. Como si hojeáramos un periódico, pasan por las páginas del libro las difíciles relaciones de pareja y las consecuencias del divorcio, el exhibicionismo narcisista de muchos jóvenes y el fuerte sentido de posesión que se establece en muchas parejas de adolescentes, las relaciones padres e hijos y las dificultades que conlleva, el fenómeno de las redes sociales, la violencia irracional que ejercen ciertas tribus urbanas alentadas por su odio, la droga, la enfermedad de Altzheimer, el cuidado de los ancianos, la pérdida de la dignidad de muchas mujeres, la crisis, los desahucios, los inmigrantes, los estafados, la burbuja inmobiliaria, los bebés robados, el paraíso perdido de la infancia, el respeto a los mayores.
Aparte del  gran mérito que supone el manejo de todos esos temas, que a veces provocan hastío o indignación, y elaborarlos artísticamente para atrapar nuestra atención, otro de los grandes aciertos del libro es haber dotado a cada uno de ellos de  la técnica apropiada para concederles  un ritmo propio. En algunos destaca su estructura circular, otras  historias no tienen  un final cerrado, quedan como suspendidas  para buscar la participación del lector y que las hagamos nuestras, como en el romance tradicional, que acaban con un final abrupto. Otros constituyen un mero apunte y el último, en un alarde de virtuosismo, como su propio nombre indica Fin, concluye el libro pero además es la conclusión de muchas otras cosas.
También consigue hacernos creíbles los personajes, dentro de la dificultad que eso supone en el relato corto, porque la concisión del propio género exige economía expresiva. Sólo con unos ligeros apuntes, podemos identificarnos con los personajes, sentir simpatía hacia ellos, aborrecerlos o compadecerlos, pero, en ningún caso nos resultan indiferentes.
Por último, y para cederle la palabra a Eduardo, quiero afirmar, como señala Vargas Llosa que “leer buena literatura es divertirse (…) pero también aprender qué y cómo somos, en nuestra integridad humana, con nuestros actos y sueños y fantasmas, a solas y en el entramado de relaciones que nos vinculan a los otros (…)"

sábado, 16 de mayo de 2015

Recordando a Amy Winehouse

Uno de mis recuerdos más queridos: Amy y Zalon.
Do you think I am made of stone?
Cold and unfeeling
Where all the pieces of my heart
You have been stealing?

¿Crees que soy de piedra
Frío e insensible?
¿Dónde están las piezas de mi corazón
que has estado robando?

lunes, 11 de mayo de 2015

David Trueba. Abierto toda la noche

Una novela lleva a otra. Eso me ha ocurrido con David Trueba y su primera novela Abierto toda la noche. Al comienzo de la misma nos tropezamos con los miembros de una familia numerosa, numerosísima (abuelos, padres y 6 hijos), los Belitre, haciendo la mudanza a un palacete heredado por la abuela, en cama desde hacía 17 años. Y ya se nos anuncian los disparatados rasgos que caracterizan a cada uno de ellos: el abuelo, que recita un poema desde lo alto del balcón, es conversador habitual con Dios; Félix, el padre, que intenta resolver su crisis vital de los 50 años acostándose con Sara, treinta años más joven, Felisín que llega con su recién esposa francesa; Basilio, de aspecto repulsivo por un violento acné sangrante; Matías que padece un síndrome que le conduce, a sus 12 años, a abandonar su identidad y usurpar el puesto de cabeza de familia, Nacho, una máquina sexual de 20 años, Lucas que siempre lleva un bozal que controla su verborrea, el doctor Tristan, terapeuta que monta su consulta en una tienda de campaña en el jardín, etc.
Es una novela en la que destacan sus abundantes diálogos cinematográficos y su sentido del humor.
Cada capítulo está encabezado por una original cita introductoria, procedente de cada uno de los miembros de la familia o de gente cercana a ellos. A veces contribuye a la caracterización de los mismos, de manera hiperbólica. Así se encabeza el capítulo IV que describe a Basilio: "Era un príncipe tan feo que Cenicienta abandonó el baile a las ocho y media", o la cita que encabeza el capítulo 20: "Solo tenemos una vida y yo he visto a muchos gatos maldecir por tener siete".
Es una familia disparatada, retratada por las sucesivas situaciones de alta comedia, divertida y trágica a la vez, en la que cada personaje desarrolla su aprendizaje sentimental como puede. Y junto a los disparates surge el melodrama, el dolor, la muerte. Ambas conviven como en la vida misma.
El título de la novela lo explica el propio autor en las primeras páginas, poniéndolo en boca de la abuela Alma, que hace años que no se levanta de la cama, y es ella quien trae a colación las palabras de Ambrose Bierce (para definir el hogar en su Diccionario del diablo): "Hogar es el lugar del último recurso, abierto toda la noche", cuando cede a su gran familia el palacete que hereda de su amiga. "Ya lo entenderéis, seguro"-les avisa. Y así es como se desarrolla esta historia cargada de hiperrealidad y de humor, que redunda en esta idea explícitamente cuando casi en el desenlace leemos: "El padre comprendió, allí sentado, en mitad de la reunión familiar, que había muchas formas de querer a alguien, muchos modos de amar, que quizá la pasión tan solo fuera un espejismo"



jueves, 23 de abril de 2015

Don Juan Tenorio, Blanca Portillo y Juan Mayorga.

22 de abril 2015.Se representa en Albacete, en una única función, la obra de José Zorrilla Don Juan Tenorio, dirigida por Blanca Portillo  y versión de Juan Mayorga. Con estos nombres está dicho todo.
Sube al escenario un don Juan al que le "ajustan las cuentas", como dice la crítica, un don Juan que, lejos de ser un héroe es un sujeto que se lleva por delante a todo aquel con quien se encuentra, un sujeto que desprecia a todos y que está lejos de ser ni un seductor ni un modelo de nada.
De todo ello habla Blanca Portillo en el siguiente enlace, además de la posibilidad que nos ofrece de ver variadas imágenes de la representación, muestra de la originalidad tanto en los potentes y modernos diálogos como en la sugerente puesta en escena.
El resultado es una función de dos horas y media, sin descanso, en la que en ningún momento te acuerdas de mirar el reloj. Es fresca y nueva y en ella seguimos reconociendo fragmentos clave del texto de Zorrilla. 
Es, en suma, una de las más atractivas obras de teatro de los últimos años. 

http://www.rtve.es/alacarta/videos/atencion-obras/atencion-obras-repo-20150118-tenorio/2955393/

domingo, 19 de abril de 2015

La mujer que llora, de Zoe Valdés.

En torno a la relación entre Picasso y Dora Maar se desarrolla la novela, Premio Azorín de la Diputación Provincial de Alicante, 2013.
La mujer que llora es Dora Maar, Henriette Théodora Markovitch, la mejor fotógrafa de los surrealistas, de asombrosa inteligencia, amante de Picasso durante diez años(desde finales de los años 30 hasta comienzo de los 40) y musa inspiradora de ese rostro que llora en los cuadros de Picasso y de esa serie de retratos que el pintor hizo A Dora. Su vida se cruza con la del Gran Genio, treinta años mayor que ella, cuando realiza un reportaje gráfico (el primero) sobre el "Guernica" y desde ese instante su vida queda anulada por el pintor de quien fue amante hasta terminar siendo su víctima. Víctima y verdugo es la oposición que plantea la novela, que recorre los entresijos de una relación de dependencia entre el Genio y la amante en el más absoluto estado de sumisión.
La vida de una mujer es una eterna letanía; cuando esa letanía cesa, se detiene el deseo y se inicia la temporada de los ardientes pensamientos. Entonces comienza la época en que el cuerpo se enfría, y la fiebre se apodera  salvajemente de la psiquis.  (p. 13)
La voz narrativa es la de una escritora que reconstruye en su novela la vida de Dora Maar, a través de recuerdos y referencias al pasado, durante un corto viaje a Venecia. Abandonada por Picasso y encerrada en un psiquiátrico, sometida a largas sesiones de  electrochoques y numerosas pastillas, la vida de Dora Maar llega a su destrozo total. El Gran Genio había acabado con su vida sexual, sentimental y espiritual. 
A Venecia la acompañan sus jóvenes amigos James Lord y Bernard Minoret, que en la novela constituyen dos interesantes voces narrativas. Ellos, la propia Dora y la escritora entretejen sus diarios y sus recuerdos que son la clave de la historia narrada. Después del viaje, Dora Maar se encerró para siempre en su casa de París, rodeada de cuadros de Picasso; solo salía a Notre Dame a misa. "La mujer muere en cada abandono. De cada abandono el hombre renace."
Picasso se nos muestra como un monstruo maltratador, egoísta y mezquino, que mantuvo una destructiva relación y fue amado de manera sumisa por Dora, única mujer con la que pudo mantener conversaciones de alto nivel intelectual. "¡Llora Dora, llora Dora!", le decía mientras la sacudía con violencia cuando dejó de desearla. Sus lágrimas y su sufrimiento era lo que le excitaba su sexualidad.
Tampoco sale bien parado en sus relaciones de amistad; se cuenta cómo, cuando le pidieron ayuda para liberar a su amigo Max Jacob de su inmediata deportación a un campo nazi, respondió con una evasiva: "No vale la pena hacer nada. Max Jacob es un ángel, él podrá salir de allí volando" (p. 139). A Juan Gris, a quien no soportaba, hizo lo que pudo para destrozarlo. De Braque se burlaba constantemente llamándole "Madame Braque".
Las mujeres realistas tenían que aceptar, en nombre de la amistad y de la libertad que propugnaba el movimiento surrealista, que sus maridos las pusieran a disposición de los amigos. La mayoría de aquellos surrealistas buscaban que Picasso "se interesara por sus mujeres". Cuando eso ocurría, al Genio le invadía un "frenesí indescriptible". Por eso Éluard obligaba a su aniñada esposa (las mujeres desnutridas formaban parte de la éstética preferida por los surrealistas) a acostarse con Picasso y a este le complacía hacerlo delante de Dora, sin que ella pudiera mezclarse en esta orgía surrealista en la que era obligado el intercambio entre las parejas. Solo podía mirar, primero porque para Picasso era su "reina" y no quería compartirla, después para humillarla. Dora se replegaba a todos sus deseos porque él era el único latido vital de su corazón.
Solo cinco mujeres, de las siete relaciones relevantes en la vida de Picasso se nombran en la novela: Olga Kokhlova, la bailarina rusa que le dio el primer hijo, Paulo, de este su primer matrimonio. Marie-Thérèse Walter, la "Vestal Maternal" madre de una hija, Maya. A Dora Maar la siguieron  François Gilot, la madre de los últimos y más conocidos hijos del pintor: Claude y Paloma. Y Jacqueline Roque que fue la mujer de su segundo matrimonio.Afirma Dora: "Lo que nos pedía Picasso a las mujeres era que  (...) dejáramos de ser mujeres y nos convirtiéramos en pintura, en imperecederas obras de arte, en niñas surrealistas." (p. 215) Picasso amaba la idealización pictórica que de ellas se había forjado.
Uno de los mayores atractivos de la novela es la presencia en ella de los surrealistas y de sus preferencias estéticas y vitales: Paul Éluard, "el pastelero o partouzard" como lo llamaba despectivamente Breton por sus mezcladas y continuadas relaciones, autor del poema "Libertad" que inspira a tantos presos políticos, aunque denunció a un compañero enviado por ello al paredón y fue expulsado del movimiento surrealista. Nush (María Benz) esposa de Éluard, Max Jacob, De Chirico, Gala y Salvador Dalí, André Breton, Lydia Cabrera y pintores surrealistas como el cubano Jorge Camacho, el chileno Roberto Matta, la argentina Leonor Fini y Remedios Varo.
La novela, en fin, está cuidadosamente documentada. Narra, por ejemplo, la escena en que Dora Maar fotografía el llanto de Sylvia viendo el tren partir (en la película de Jean Renoir El crimen de Monsieur Lange. Con la voz narrativa de la propia Dora en la novela, se explica cómo Picasso asistió a esa proyección, cómo se debió conmover ante el desconsuelo de una mujer que llora, excesiva, que no se esconde. Describe exactamente el cuadro del pintor: "Sylvia estrujaba sus labios con el pañuelo, mordía las puntas del tejido mojado por las lágrimas. El pañuelo  se abría como una rosa blanca entre los dientes perlados" (p. 158).
El verdadero sentido del arte de Pablo Picasso lo resume Dora: "Ningún árbol es importante si no lo ha visto Picasso, si no lo ha pintado". De ser una planta común, se convertirá en "una joya, un sujeto indiscutible de veneración" (p. 356-7)

domingo, 15 de marzo de 2015

ESPERPENTOS DIARIOS.15. A corazón abierto

En memoria de Nino, Mª José, Rafael, Javier y Alfonso, mis queridos muertos a quienes, por su temprana edad, aún no les tocaba.
La muerte es el auténtico esperpento, la broma del azar de peor gusto, la putada más grande.
Admiro y envidio a quienes están convencidos de que morir significa "resucitar", acceder a la vida eterna, conseguir llegar al paraíso junto al Padre, liberarnos del peso de la terrenalidad. Yo soy de esos pobres de corazón a quien la fe no les ha tocado, que sufren -sufrimos- una pena infinita, una tristeza incontrolable cuando los que habitan nuestro corazón se van tan pronto, sin que sea su deseo abandonarnos sin más. Y sufro con todos los que se van, pero asumo que nacemos, vivimos y morimos irremediablemente; sin embargo, me cuesta encajar que la muerte sobrevenga antes del plazo implícitamente pactado con la vida. 
Hoy, en esto coincido con la iglesia, es nuestro Viernes Santo. El dolor ha vuelto a empañar  nuestras vidas y de qué modo. La razón no da respuesta a este sinsentido. Y la fe, como la lotería, la tiene sin saber por qué razón, aquel al que le cae en suerte. 
Con mi último muerto, vuelven al presente mis muertos tempranos, se actualizan, y el penoso duelo se quintuplica. Es difícil hacer frente a la batalla. Es un nuevo puñetazo directo a la boca del estómago, al centro mismo del corazón, a la región más honda del alma. Alguna de las anteriores debió dejarme K.O., ya sin recursos para reaccionar. Necesito un fuerte antihistamínico, un potente antiinflamatorio que reduzca la lesión. El tiempo pasará y de nuevo me acostumbraré a convivir con el dolor, a esa insistencia inútil en instalar en nuestro software el término "olvido", a esa pasión inútil en suturar las grietas del corazón.
Este es el peor esperpento que escribo. La ironía ha fallecido como mis muertos y el escozor se ha instalado en estas líneas.
¡¡Descansen en paz los que se van
 y los que nos quedamos!! 

jueves, 12 de marzo de 2015

Blitz de David Trueba

Blitz  es el título de la última novela de David Trueba. Leemos en la contraportada que el significado “Blitz” es “relámpago”, con cuyo significado asocia el autor el giro que da la vida y los ideales del protagonista, como un relámpago. La cita de Emily Dickinson con que ilustra la página que precede a la novela, redunda en la intención del título. Dice así su traducción: “Así como el Relámpago a los Niños explicamos / con esmerada delicadeza, / la Verdad debe deslumbrar poco a poco / o a todo hombre dejará ciego”.
El sentido del nombre se completa al final de la novela, que no voy a desvelar.
A partir de esta entrada, acompañamos al protagonista en su peripecia. Es un arquitecto de treinta años, que acude a un Congreso en Munich para presentar un original proyecto paisajista: la construcción de un original parque para adultos, que contiene un bosque de relojes de arena del tamaño de un hombre, que al girarlos regalan tres minutos de un tiempo de abstracción, tres minutos   “para sentarse a mirar el tiempo pasar”.
Tres minutos son mucho tiempo. Contaba el autor en la presentación de la novela cómo el dentista le sugirió que comprara a su hijo un reloj de arena para que se demorase ese tiempo cepillando sus dientes. Le costó encontrar uno porque “¿dónde va uno a comprar un reloj de arena? ¿dónde los venden?”- se preguntaba David Trueba. Llegó con él a casa y lo puso a disposición de la higiene dental del niño. La criatura, casi sangrando, pidió al padre permiso para dejar de cepillarse antes de que la arena acabara de caer. Realmente, según en qué ocasiones, tres minutos se hacen eternos.
El paso del tiempo es clave para la larga narración del joven arquitecto quien, recién rota de manera inesperada y sorpresiva su relación de pareja, naufraga en brazos de una mujer jubilada que colabora como voluntaria en el congreso de paisajismo, una mujer sobre cuyo cuerpo el paso del tiempo ha dejado huella. Esa es la parte más cruda de la novela. El autor parece ensañarse con la descripción del rechazo que siente el protagonista ante la presencia de un cuerpo ajado, aun cuando sienta una explícita atracción sexual que facilita el alcohol y el desafío de aplacar su rabia por su recién estrenada soltería.  Más que hablar del  cuerpo de ella, que no obstante retrata con adjetivos propios del “feísmo”, se detiene en la sensación que a él le produce, cuando acaricia “sus muslos destensados” (p. 68),  cuando besa la “rugosidad encima de sus labios”. Lo más impactante es el uso de las expresiones que definen lo que siente: “sentirla cerca… se me hacía fangoso” (p. 68), “La presencia sexual era toda incómoda y sucia” (p. 68), hundido, deprimido y roto (p. 74), me cayó encima una oleada de vergüenza (p. 75), “me convertí durante unos minutos, antes de volverme a dormir, en una máquina de fabricar desprecio” (p. 76), soy un ser patético” (p. 76). La mujer admite lo que el joven rehuye: "La vejez es un horror, no te olvides de que la degradación nos da miedo " (p.117)
El tiempo, el amor y sus variables, el paisajismo, la desestructurada vida profesional, la inestabilidad de la vida familiar, son todas las preocupaciones existenciales y sociales que jalonan la historia narrada.
Los capítulos hacen referencia a los doce meses del año. En Enero comienza la historia en Munich, en Diciembre, la vida del protagonista ha dado más de un giro y aun le espera el sorprendente giro final. No son todos los meses igual de densos. Enero y Diciembre son el soporte de la historia. Los meses intermedios pasan sin pena ni gloria, como un procedimiento que afianza el paso irremediable del tiempo y que son necesarios para el desarrollo de la trama. 
Filmoteca de Albacete. 23 febrero 2015.