La maldad del ser humano es infinita
En octubre de 2012, se publica Ayer no mas, una novela impactante, de Andrés Trapiello, en la que se presentan los hechos históricos vistos desde distintos ángulos, y el autor lo hace desde la ficción porque está convencido de que ayuda a perder los prejuicios. Reproduce monólogos de un abanico de variados personajes que aportan perspectivas variadas y posturas ideológicas diversas.
Trapiello parte de tres premisas clave:
1º) el levantamiento del 18 de julio fue un golpe de estado contra un gobierno legalmente constituido.
2º) los principios de la ilustración están representados en la República. Por tanto el golpe de estado de Franco es un golpe contra la ilustración.
3º) los españoles no pudieron elegir bando, sino el que les tocó. Son estos españoles a los que Trapiello denomina "la tercera España".
Leamos un fragmento que retrata la maldad del ser humano:
"Llegaron unos veinte hombres, en dos camiones, y se llevaron al padre y cinco hijos. El mayor tenía treintaicinco años y el quinto, dieciséis, militantes de partidos de derechas excepto uno que lo era de uno republicano, de centro. En cuanto perdieron de vista la hacienda, pararon los camiones y los hicieron bajar. Presintiendo lo que iba a suceder, el padre pidió a los revolucionarios que lo mataran antes a él que a sus hijos. Ellos, que pensaban matarlos a la vez, recapacitaron, y lo hicieron de uno en uno, de menor a mayor, dejando en último lugar al padre. Abandonaron los cuerpos en aquel mismo lugar y se volvieron al pueblo.
En la cantina uno de los asesinos contó la gesta; dijo, los matemos a todos, al padre y a los cinco hijos, no hemos quedao uno vivo. Alguien intervino: ¿Cómo cinco? Son seis; el último nació el otoño pasado. Apuraron los vasos de vino, se subieron a los camiones de nuevo y regresaron a la hacienda.(...)
Había sucedido algo inaudito. Al rato de que se marcharan sus asesinos, dándolos por muertos, el hijo mayor, malherido, recobró el conocimiento. La bala le había entrado por la boca y le había salido por el cuello, un tiro limpio que no le había afectado ninguna parte vital. Vio que todos estaban muertos y se alejó de aquel lugar. ¿Dónde ir, dónde esconderse en aquella inmensa meseta abrasada por el recio sol de agosto? Volver a la casa, impensable. Lo delataría alguna de las criadas. Recordó un viejo cortijo propiedad de la familia. La mujer del cortijero había sido su ama de cría. Como era farmacéutico, buscó hierbas, se las metió en la boca y logró cortar la hemorragia. Caminó sin agua el día entero con punzantes dolores que le hacían delirar mientras huía. Llegó al cortijo al anochecer. Llamó a la puerta. La mujer estaba sola. Al ver el estado lastimoso en que llegaba, se echó las manos a la cabeza. El hombre venía con la cara hinchada y los labios cortados por la sed. Contó a duras penas, con los ojos aún desorbitados por el espanto: una tragedia, ama, han matado a mi padre y a mis hermanos; yo he sobrevivido de milagro; vengo muerto, he perdido mucha sangre. Tenía fiebre. La mujer le dio algo de beber, lo lavó y lo curó como pudo, y le dijo, acuéstate tranquilo, no te preocupes de nada, y ya veremos mañana cómo te ponemos a salvo. Hizo lo que su ama le pedía, y se acostó. La mujer esperó a que se durmiera y cuando estaba dormido, salió del cortijo y caminó hasta el pueblo, a cuatro kilómetros. Allí estaban los hombres, su marido con ellos. Les dijo: lo tengo en casa acostado, vamos. Volvieron, lo sacaron al patio, y a la luz de los faros, lo remataron. Luego cargaron su cuerpo en el camión y antes de llegar al pueblo lo arrojaron en algún pozo seco o en alguna gruta."
Fragmento de Ayer no más, novela de Andrés TRAPIELLO, Destino 2012
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