Fernando
Savater acaba de recibir (19 de abril de 2013) el Premio Internacional de Poesía y Ensayo Octavio Paz 2012. El
premio le ha sido otorgado, según palabras del jurado “por su trayectoria intelectual y cívica, destacando su espíritu
libertario y liberal, y su defensa del papel de la formación ética en la vida
privada y en la plaza pública”. Ha escrito más de cincuenta obras.
Cercano también es el Premio Primavera de Novela 2012 que el escritor ha merecido por su novela Los invitados de la princesa, editado por Espasa Calpe.
La novela es el eco de las reflexiones filosóficas que Savater ni en un texto de ficción deja de lado. Las historias que cada uno de los personajes va a relatar, y el entramado de todas ellas, se redensifica con las reflexiones acerca de la muerte, el amor, la educación, la religión, la política (peligros de los nacionalismos), Internet y las nuevas tecnologías, y tantos otros temas trascendentales del ser humano, existencial y socialmente tratado, así como las reflexiones sobre la propia literatura y el género negro.
Todo ello mereció que el jurado justipreciara su novela como “una
gran parodia realizada con mucha inteligencia, (…) una gran metáfora del mundo
real”, escrita con una importante dosis de ironía, en la que un grupo de
congresistas que son personalidades destacadas, acude a una convención, “el
Festín de la cultura”, que se va a celebrar en una isla famosa
por su gastronomía, cuya “presidenta” a la que llaman “la princesa”, pretende por unos días convertir en la capital
de la cultura. Los
chefs de cocina se han hecho con el monopolio cultural de la isla,
desmedidamente reconocidos y venerados. Es esta la razón que mueve a la “princesa” a
organizar un evento en el que dar entrada a otras manifestaciones creativas.
La
erupción de un volcán y la inmovilización de los congresistas, es el desencadenante argumental a partir del cual surgen una
entretenida colección de historias
diversas que cada personaje relata, y que nos recuerda la estructura de Los cuentos de Canterbury (G. Chaucer) y
el Decamerón (Bocaccio).
Fernando
Savater, en sus declaraciones a diversos medios de comunicación, después de
hacerse público el fallo del premio de su última novela, explica que solo
intenta divertir al lector, no darle lecciones. Es aclaratoria la respuesta que da en la entrevista de Julieta Grosso para ZL (Zona
Literatura): a la pregunta de si escribir una novela supone
una actitud más relajada, para el escritor, que escribir un ensayo, dado que no ha
de fundamentar sus ideas, Savater deslinda la tarea
de la filosofía y la tarea de la literatura. Dice así:
“Las ideas, opiniones y exabruptos que profieren los personajes ya
corren por cuenta de ellos… y eso ya es todo un alivio. La literatura me
permite exponer ideas incluso contrarias a las mías y efectivamente todo esto
produce una satisfacción y a la vez una inquietud diferente a la del ensayo. La
literatura busca una verdad propia que no es la verdad de los hechos ni un
simple documento de la realidad. No se espera de ella que tenga correlato en
una verdad en el sentido objetivo del término sino verosímil en el sentido
literario. La tarea de la filosofía, en cambio, es desvelar y analizar verdades
—sea del conocimiento, la ciencia o la metafísica— o declarar, incluso, que la
verdad es inalcanzable. La filosofía tiene un entusiasmo juvenil por alcanzar
el sentido de las cosas y del mundo que los años quizá van matizando hasta
otorgarles a esas pretensiones un toque de ironía. La ficción pues parece una
forma de trasladar de ideas sin necesidad de atenerse a esa exigencia juvenil
de la filosofía.”
Si te interesa saber qué libro y por qué razón es el favorito de Fernando Savater, puedes seguir este vínculo del vídeo en el que lo explica
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