En mi lista personal he
tenido aparcada la novela titulada Sin
retorno de Susana Rodríguez Lezaun, que por variadas razones no pude leer
hasta pasado este verano. Publicada en mayo de 2015, fue reimpresa un mes
después. Es la primera de una serie de novela negra que, seguro mantiene el
interés y la tensión de la primera.
Sin
retorno
tiene un comienzo impactante. Un asesinato con apariencia de accidente, en el
que se relata con detalle quién y cómo se comete. Es el pretexto para que Irene
Ochoa y el inspector de policía, David Vázquez, se encuentren sin que el
segundo conozca la responsabilidad de ella en el caso, y se conviertan desde el
principio, no solo en amantes sino también en los protagonistas que entrecruzan
la trama de esa primera muerte y de lo que se deriva de ella, con una serie de
asesinatos en el Camino de Santiago cuya investigación corre a cargo del
inspector David. Ambas tramas mantienen la tensión hasta el final en que se
resuelven de manera inesperada.
Me parece muy atractivo el
hecho de que todos los personajes de la novela son protagonistas en un momento
de la historia. La autora no se conforma con hacer una descripción más o menos
extensa de ellos, según van formando parte del relato, sino que les dedica las
páginas necesarias para presentarlos con su pasado que los ha conducido a este
presente. Todos llevan a sus espaldas una historia potente que engancha al
lector y abre una nueva expectativa y un ansia de conocer más detalles. De cada
una de ellas podría construirse una novela. Es importante este aspecto para
conocer a quienes van a estar presentes en las demás novelas de esta serie. Son
personajes fuertes, muy bien caracterizados, así como las descripciones de los
lugares donde transcurre la acción, las escenas propias de una investigación
policiaca en comisaría o en el lugar del crimen, las escenas íntimas entre el
inspector y la reciente viuda, etc.
Otro aspecto relevante es
que nada es lo que parece: no solo los que parecen ser asesinos y no lo son o
los que no lo parecen y sí lo son, sino también en los detalles personales de
cada uno: el sentimiento de amor que
equivocadamente alberga el polaco de cincuenta años que acompaña a una joven a
hacer el Camino, el miedo que sufre Teresa embarazada, la felicidad que
aparenta Ismael con su familia, el racismo que manifiesta su compañero hacia la
mujer policía de origen peruano, etc. Cuando el lector parece saber todo,
descubre que está equivocado, no sabe nada de la verdad de los personajes; es
entonces cuando la escritora da la vuelta a la historia con gran habilidad,
manteniendo una ambientación realista y una cuidada verosimilitud especialmente
en los diálogos.
Los dilemas que se plantean
en la novela es otro de los puntos fuertes según mi opinión. Es el lector el
que debe decidir si es con un asesinato como se debe resolver la violencia de
género; dónde está el límite entre el bien y el mal; si el ser humano es
inocente por naturaleza y la sociedad lo corrompe o si realmente es una alimaña
peligrosa para el resto de la sociedad; el lector ha de reflexionar ante el originario
sentido penitente de los peregrinos que hacen el Camino, frente a quienes lo han
convertido en un trayecto turístico, estos no son peregrinos sino “¡La mierda de la Tierra, auténtica basura!”-como
los define indignado uno de los hermanos que regentan los albergues. En suma, se plantean preguntas: ¿puede uno tomarse la justicia por su mano? ¿acaso el fin justifica los medios?
Las reflexiones menudean en
la historia. En boca del inspector Vázquez hay una exposición de la idea sobre
el matrimonio, el psiquiatra que atendía a la fallecida Marta hace su reflexión
acerca de la felicidad. Hay además en la novela contenidos de divulgación
histórica que contribuyen a la ambientación de lo narrado: detalles de
funcionamiento de los albergues de peregrinos, las fiestas de San Fermín, la
leyenda del bosque de Ibañeta cercano a Roncesvalles, el arte del Silo de
Carlomagno, el sentido de la figura de un "Memento Mori" (recuerda que morirás), el significado
simbólico de la concha de los peregrinos, etc.
El desenlace de la historia
es tan impactante como el comienzo de la misma. Ataques descritos con
minuciosos detalles, trepidante acción que conduce a un desenlace que gira, da
vueltas y sorprende por lo inesperado en lo que al descubrimiento del asesino
de los peregrinos se refiere, e inesperado respecto al secreto de Irene Ochoa y
su relación con el inspector Vázquez. En suma, es una estupenda novela en cuyo desarrollo
se disfruta tanto, que no despierta la única excesiva prisa en llegar al final solo para
descubrir el asesino que, por otra parte, tiene notable interés. Es una novela que engancha
de la primera a la última página, que mantiene vivo el suspense y que ofrece dos interesantes historias que se resuelven de manera sorprendente.
¡¡¡Enhorabuena Susana Rodríguez Lezaun!!!
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